En la solemnidad de la Epifanía [06/01/ 2020], el Papa Francisco ha
exhortado a ponerse en la estela de los Magos, a descubrir el sentido de la
adoración. En esta breve entrevista Monseñor Bruno Forte, Arzobispo de
Chieti-Vasto, le hace eco respondiendo sobre este modo de orar y de ser.
Bruno Forte: - Adoración
viene de ad-os, oris que significa literalmente estar junto al umbral. Os,
oris es el umbral, o la orilla del mar o por ejemplo la boca. Es todo esto
que señala una suerte de frontera. Quien adora está sobre el umbral de la
eternidad, es decir se pone en la presencia de Dios, se deja recibir en la
relación divina del Padre, del Hijo, del Espíritu. He aquí por qué perder el
sentido de la adoración, como dice el Papa, significa perder el sentido de la
orientación de la entera vida cristiana que es caminar hacia el Señor y no
replegarse sobre sí mismo. La vida de gracia, la vida de caridad, esperanza y
fe es en cambio una vida adorante. Es una vida que continuamente sobre el
umbral va hacia el Señor y recibe su venida a nuestro corazón y a nuestra vida.
Francisco también
ha recordado que adorando se aprende a rechazar lo que no debe ser adorado, es
decir “el Dios dinero, el Dios consumo, el Dios placer, el Dios éxito, nuestro
yo erigido en Dios” …
R. – Y Francisco lo ha hecho también con los ejemplos concretos
extraídos justamente de la Palabra del día, porque primero ha mencionado a
Herodes que utiliza el verbo “adorar”. Dice a los reyes Magos que lo informen
sobre el lugar donde se encuentra el Niño para poder adorarlo. Pero en realidad
es un adorar de modo engañoso. Es cuando en vez de adorar a Dios, se adora el
propio yo. Ésta es una tentación constante: servirnos de Dios en vez de servir
a Dios. Pero también los jefes de los sacerdotes, los escribas del pueblo,
siempre en el mismo Evangelio, usan instrumentalmente la adoración. Ellos
conocen las profecías, conocen las Escrituras, pero en realidad no van más allá
de este conocimiento. Y el Papa recuerda fuertemente el hecho de que no basta
saber sin salir de sí mismo, sin este éxodo sin retorno que es el amor, la
caridad y sin encontrar verdaderamente a Dios y encontrarlo en las oraciones y
en los otros, entonces la vida cristiana no se realiza. Dicho en otras
palabras, teología, eficiencia pastoral sirven poco si no se hace como los
Magos, si no se sale de sí y de sí se abre al encuentro con Dios y a la
adoración de su Rostro.
Tantos cristianos que rezan, ha dicho Francisco, no saben adorar. El
Papa ha exhortado a encontrar espacios para la adoración durante la jornada y
en la comunidad: “Así como los Magos -agregó- viviremos una alegría grandísima”
R. – Si adorar es estar sobre el umbral de la eternidad, esto implica
una orientación constante del corazón del creyente, pero implica también
tiempos regalados gratuitamente a este encuentro con Dios. Tiempos en los
cuales uno se deja amar por Dios. En cierto sentido, adorar es dejarse amar por
Dios y cuando uno se deja amar por Dios, el Señor realiza en nosotros las
revoluciones de su amor. Quien adora vive una relación de amor con Dios que
cambia toda la vida. Es lo que han vivido los magos. Si no se es adorador de
Dios no se es tampoco discípulo de Jesús que ha sido el adorador por
excelencia, Aquel que personaliza el umbral entre el tiempo y la eternidad,
entre Dios y el hombre.
Amedeo Lomonaco – Città del Vaticano
https://www.vaticannews.va/it/papa/news/2020-01/intervista-monsignor-bruno-forteadorazione-epifania.html
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sábado, 11 de enero de 2020
Quien adora está en el umbral de la eternidad
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