martes, 29 de diciembre de 2009
EL SEÑOR NOS DE SU PAZ
Permanezcamos en el Amor, que duerme sereno en brazos de su Madre. Confiemos todo y totalmente, como este Niño, quedémonos sin cuidados vanos y descansemos diligentes en el Padre de las misericordias, providente y que hace salir el sol sobre malos y buenos, para que todos nos convirtamos a su Bondad, y que hace caer la lluvia sobre justos e injustos, para que todos nos convirtamos a su Justicia y Misericordia.
Cuidemos la hermosa Creación, la gran Casa común obra de sus manos confiada a nuestra sabiduría y prudencia, hagámoslo como un gesto a favor de la Paz, en la Jornada de la Iglesia del 1 de enero. Alegrémonos de compartir los bienes recibidos del Señor como la forma genuina de restituírselos. Administrémolos tomando con austeridad lo que necesitamos para responderle en el Amor al Señor Dios en la misión, a la que por Él somos enviados cada mañana, y así movernos y estar en Él. Vivamos como hermanos con los más sinceros sentimientos de cuidado mutuo y aprecio y reconocimiento gozoso de la alta dignidad de la que estamos revestidos al ser imagen y semejanza del Dios Altísimo y del amor tan grande que recibimos en el Hijo, que nos hizo hijos de adopción del único Padre, y su total donación a nosotros en la Cruz, a cuyo pie fuimos hechos hijos de María. Y amando así a todos privilegiemos la atención de las necesidades de los más pobres. Vivamos el Don en nuestro ambiente doméstico rogando y procurando hacer lo que está al alcance para que se extienda la convivencia más fraterna a los otros órdenes más amplios y abarcativos.
Permanezcamos en Él que es la Paz.
Cuidemos la hermosa Creación, la gran Casa común obra de sus manos confiada a nuestra sabiduría y prudencia, hagámoslo como un gesto a favor de la Paz, en la Jornada de la Iglesia del 1 de enero. Alegrémonos de compartir los bienes recibidos del Señor como la forma genuina de restituírselos. Administrémolos tomando con austeridad lo que necesitamos para responderle en el Amor al Señor Dios en la misión, a la que por Él somos enviados cada mañana, y así movernos y estar en Él. Vivamos como hermanos con los más sinceros sentimientos de cuidado mutuo y aprecio y reconocimiento gozoso de la alta dignidad de la que estamos revestidos al ser imagen y semejanza del Dios Altísimo y del amor tan grande que recibimos en el Hijo, que nos hizo hijos de adopción del único Padre, y su total donación a nosotros en la Cruz, a cuyo pie fuimos hechos hijos de María. Y amando así a todos privilegiemos la atención de las necesidades de los más pobres. Vivamos el Don en nuestro ambiente doméstico rogando y procurando hacer lo que está al alcance para que se extienda la convivencia más fraterna a los otros órdenes más amplios y abarcativos.
Permanezcamos en Él que es la Paz.
lunes, 21 de diciembre de 2009
FELIZ NAVIDAD
Espíritu de Dios, ven a prepararnos para esta fiesta!
Como los pastores, con la sencillez de la Sabiduría, vayamos hasta el pesebre con el asombro y el gozo del anuncio muy dentro nuestro, para encontrarnos con la humildad de Dios, cuidada por la niña de Nazaret, María, y el varón justo de la casa de David, José. Humildísimos y derramando la alegría más grande que pueda vivirse, con el Amor entre ellos, cantémosle los villancicos de siempre, estemos presentes allí en el Belén de hoy, ahí donde estamos, con los que estamos. Ven Niño pequeñito, vengan María y José a nosotros!
Como los pastores, con la sencillez de la Sabiduría, vayamos hasta el pesebre con el asombro y el gozo del anuncio muy dentro nuestro, para encontrarnos con la humildad de Dios, cuidada por la niña de Nazaret, María, y el varón justo de la casa de David, José. Humildísimos y derramando la alegría más grande que pueda vivirse, con el Amor entre ellos, cantémosle los villancicos de siempre, estemos presentes allí en el Belén de hoy, ahí donde estamos, con los que estamos. Ven Niño pequeñito, vengan María y José a nosotros!
Más dulce que la miel, más alimento que el pan casero amasado con las manos del cuidado y el amor familiar, luz nueva más que mediodía de siete soles, vino añejado que embriaga hasta convertirte, en tu medida, en el Amor generoso y diligente, fraterno, hasta el cansancio de la tarde.
Ven Niñito de Belén a nosotros, llévanos a ustedes!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)