sábado, 24 de abril de 2010

The Sun performs for SDO-AIA

El Cántico al hermano Sol que daba vueltas en mí mientras pasé cerca de esta noticia me llevó a detenerme en una imagen y el momento de tranquilidad me permitió seguirla.

Unos “ojos” -el AIA = Atmospheric Imaging Assembly- que viajan en una nave por el espacio, el SDO -Solar Dynamics Observatory- miran el sol, ellos sin saber que están mirándolo. Entregan con una cadencia de 10 segundos o menos, información en múltiples longitudes de onda, en el extremo de las ultravioletas, con una resolución de cerca de 1 arcosegundo, información decía de la actividad de la corona solar, ésta se procesa sumando y compaginando datos de otros “miradores” del señor hermano Sol para hacerlo compartir en el plano de la Física lo que para nosotros son sus secretos, que tiene muchos todavía pero algunos están continuamente siendo desocultados. Los progresos en la comprensión de la física que subyace a la actividad desplegada por la atmósfera solar ayuda a conocer el clima en el espacio de la heliosfera y en el medio ambiente planetario, y en este medio ambiente estamos porque en él está nuestra “Casa”. La sed de conocer no se apagará, mientras el sol no se apague. Aún sin tener necesidad inmediata de algo hay un impulso de la mente a conocer como si todo lo que hay invitará a ser conocido. Por otro lado la necesidad, por ejemplo de sostener la vida cuando se ve amenazada, agudiza el ingenio potenciando la capacidad de desentrañar lo desconocido. A la larga todo lo que hacemos o dejamos de hacer se vierte en nosotros los hombres mientras damos vueltas por el universo en la hermosa hermana madre tierra, con no tanta conciencia muchas veces si es para bien o para mal, y mejor que sea para bien el fruto de nuestro esfuerzo, mejor que lo inspire sobretodo un corazón bueno.

Vemos arriba una imagen del sol –disco lleno-, formada con información de múltiples longitudes de onda en el extremo de las ultravioletas como decía, tomada el 30 de marzo pasado por la SDO. Los colores más fríos, azules y verdes, corresponden a las más altas temperaturas –más de un millón de grados Kelvin, que es como decir grados Celsius; el agua hierve a cerca de 100º C en la cocina- los colores cálidos a las temperaturas más frías unos 60.000 ºK o ºC.

Si entran en
http://sdo.gsfc.nasa.gov/firstlight/ en el título “The Sun performs for SDO – AIA” hagan click en → size: 11,9 mb y verán un corto video confeccionado con estos medios nuevos que muestra la actividad de la corona solar, en particular una erupción. Me pareció fantástica, será porque no suelo mirar este tipo de imágenes.

Cómo importa el sol para la vida, más allá de esta miradita complicada por los conocimientos científicos que supone y compartida la noticia aquí con cierta audacia y a vuelo de pájaro, que las culturas le daban el primer rango entre todo lo que podían ver o percibir teniendo para él actitudes de adoración en algunos casos. ¿Que podrían hacer con él siendo tan potente y constante en la emisión de energía como decimos ahora y estando tan fuera del alcance?. Imposible dominarlo. Tan necesario y tan lejano de ellos el sol en sí mismo, y tan adentro a la vez de sus vidas, tan cercano con sus rayos que es el modo de su salida y llegada a ellos, de luz y de calor, de vida; marcando además los ciclos y el tiempo, un poco entonces el marco de la historia. Sentían agradecimiento, lo adoraban, lo esperaban cada amanecer, lo “acercaban” haciendo imágenes a veces muy costosas diríamos hoy -usaban el oro- y lo conocían mejor de lo que suponemos aunque con otros métodos pero entendían que se “comportaba” de tal o cual manera con ellos; también lo “saben” los animales y las plantas y no piensan.

Qué bueno tener una visión matizada, enriquecida con la memoria más remota -y que es actual por que en este sentido somos el mismo misterio-, venerante de la vida, cuidadosa, cordial. Somos y estamos llenos de honduras que me parece es bueno sentir. La Casa y su Luz tienen un espíritu pacífico aunque a veces se estremezca en su “vida” de tantos miles de milenios y muy hermosa; conviene siendo diligentes no agitarse tanto ni agitar la Casa en la delgadísima película que alberga la vida, ni menos aun afearla.

martes, 20 de abril de 2010

Verdaderamente ha resucitado el Señor

El Señor resucitado ha pasado, pasa y permanece en nuestra comunidad parroquial -abierta a Él, de nuevo y cada vez dispuesta a recibirlo-. Permanece Él en la vida fraterna, en los lazos que la entretejen, en la vida de las familias y en cada uno de nosotros, "resucitando" con su Espíritu vivificador que es fuerza y que es luz, las “muertes” nuestras en su muerte y vuelta a la Vida, iluminando nuestras "tinieblas" con su más claro resplandor, haciendo más libre nuestra libertad de todo aquello que se volvió, por nuestras lejanías, esclavizante y entristecedor, como así mismo despertando procesos de conversión comunitarios algunos y personales otros, entusiasmándonos a perseverar en la oración, en la escucha orante de su Palabra y en la vida sacramental. Felices regresos a la Casa, un gozoso -en el gozo del Espíritu- ir pasando desde el repliegue en sí mismo de cada uno al Amor del Padre que nos descentra y nos hermana para la acogida mutua, reconciliada y sincera, y para el servicio generoso, desinteresado y perseverante en la alegría que se hace vida y anuncio de su Evangelio.

El fervor del recogimiento en las veces que era oportuno y necesario, como la expresión gozosa y festiva de los frutos de conversión y del agradecimiento al Amor del Señor por don tan grande, decían de las mociones del alma de muchos y del sereno y alegre devenir de la convivencia de la comunidad vividos sobretodo en las celebraciones, preparadas con delicadeza y diligencia, del Triduo Santo. La Liturgia vigorosa en el Misterio nos acogió en su fiesta ofreciéndonos el Encuentro que nos da la Vida.

Las comunicaciones y los encuentros que viví también en otras comunidades, en este tiempo hondamente festivo y esperanzador y especialmente en la octava que prolonga el gran Domingo, me vuelven agradecido, humilde y dan al corazón el entusiasmo de la alabanza y así en su fragilidad se hace del aliento que infunde el Espíritu para vivir en la comunión fraterna los servicios que concretan en el Silencio y con gestos cotidianos -“lavando los pies”- los misterios celebrados.

Cada mañana el sol con su luz y su calidez nos despierta a los trajines diarios; que también “el Sol que nace de lo alto”, en el alba de cada día nos despierte con su Amor el corazón, las manos y los pies que trajinan al encuentro del Señor en los más pequeños, humildes y necesitados de sus hermanos.