jueves, 22 de octubre de 2009

SAN BRUNO EN CORDOBA

El pasado seis de octubre celebramos en la Liturgia a San Bruno; este fue el motivo de la entrada anterior. Aqui en la imagen te muestro la iglesia de la Cartuja San José que está en Sauce Punco, cerca de Tulumba, en la Diócesis de Deán Funes, en Córdoba -Argentina-.
Estando en San Juan, a fines de los noventa, pasé unos días en Jáchal, al norte de la Capital, hospedado por el Párroco de la Parroquia de San José, patrono del departamento y me contaba entonces que por allí y donde él me hospedaba habían estado unos monjes cartujos, eran tiempos de Monseñor Di Stefano que ya descansa en la Casa del Padre. Efectivamente, buscaban un lugar aqui en Argentina para erigir una Cartuja, estaban mirando un páramo que está cercano a Jáchal, Tucunuco, el problema que no pudo resolver el Padre Obispo fue el de la provisión de agua suficiente para la vida de los monjes -desértica en demasía la zona- que, según aquel relato, fue el motivo que los llevó a elegir Sauce Punco.
De todos modos están muy cerca. Te copio aquí su dirección y otros datos.

Cartuja San José
CC 465200


DEÁN FUNES(Córdoba) – ARGENTINA

Tel & Fax : (0054) 35 21 42 21 70Fax : (0054) 35 21 42 23 68

E-mail : mailto:cartujasanjose@ordencartujana.com

martes, 13 de octubre de 2009

LA FAMILIA DE SAN BRUNO


Los cartujos son los religiosos que actualmente llevan la forma de vida que el Espíritu Santo inspiró a san Bruno en el siglo XI, les comparto aquí un Capítulo de sus Estatutos. Los Estatutos se encargan de actualizar en cada época la inspiración primera, las palabras originales y originantes de la familia religiosa. En la imagen ves la Grande Chartreuse, la Gran Cartuja, construída en un lugar de dificil acceso en el macizo de la Chartreuse que le dió el nombre al monasterio; esta cartuja es la primera y fue reconstruída varias veces, la original data del siglo XI. El Obispo de Grenoble cedió este lugar a san Bruno y sus compañeros, sitio apropiado para el tenor de vida que querían iniciar. Estas casas se construyen en un lugar solitario, son como cenobios, es decir monjes que privilegian la soledad y el encuentro con Dios y que viven solos y cerca uno del otro y así tienen algunos momentos compartidos en común. El monje vive en soledad, en silencio y oración -Sagrada Escritura de por medio- la mayor parte de su vida, por eso es importante la celda en estas comunidades; el que se decide a andar más solo es porque se siente más fuerte pero también se da cuenta, seguramente, que debe vigilar con más cuidado, quizá por eso sus normas tienen como más energía. Asimismo no deja de reconocer que "se mueve y existe" en la vitalidad del mismo Misterio de Amor y en el mismo mundo que las otras vocaciones y fidelidades con las que integra la gran familia de la vida consagrada, entretejido de vínculos espirituales. Los novecientos años de vida en medio de la historia de los hombres y en el corazón de la Iglesia nos hablan de lo genuino de esta forma de vocación y fidelidad. No faltaron en ciertos momentos de su historia, furiosas persecuciones que como nos damos cuenta terminan purificando y fortaleciendo a los que sobreviven, y cargando de méritos a muchos de los que se quedan sin vida para ganar la Vida.


Teniendo bien conocida la experiencia del sufrimiento y la ofrenda del justo en manos de los injustos, en parte y en algunas ocasiones, la persecución aún proveniendo de "paganos" suele estar animada por el Espíritu para el bien de los que con el corazón endurecido se alienaron en sí mismos dejando la Casa, el Misterio vivificante. Esta mirada descubre el trabajo del Señor en todos los hombres y en toda creatura, reaccionando lo saludable y redentor en ellos, como un soplo de su Aliento que libremente irrumpe donde es necesario y conveniente.


Capítulo 33
La conversión de vida

Cuanto más elevado es el camino que se nos ha abierto a los que hemos heredado de nuestros Padres una forma de vida santa, mayor peligro tenemos de caer, no sólo por transgresiones manifiestas, sino también por el peso natural de la rutina. Como Dios da su gracia a los humildes, debemos recurrir sobre todo a Él, y estar siempre en pie de guerra, no sea que la viña elegida se convierta en bastarda.
El que nuestro ideal de vida se mantenga a su altura, depende más de la fidelidad de cada uno que de la acumulación de leyes, la adaptación de nuestros usos, o incluso la competencia de los Priores. No bastaría obedecer las órdenes de los Superiores y cumplir exactamente la letra de los Estatutos, si, guiados por el Espíritu, no sintiésemos según el Espíritu. El monje, desde el comienzo de su nueva vida colocado en la soledad, queda a su libre albedrío. Como ya no es niño, sino varón, no ande fluctuando llevado por todo viento, sino examine lo que agrada a Dios y sígalo espontáneamente, poniendo en juego, con sobria sabiduría, la libertad de los hijos de Dios de que es responsable ante el Señor. Que nadie, sin embargo, se tenga por sabio en su propia estimación; porque quien descuida abrir su corazón a un guía experimentado, es de temer que, falto de discreción, camine menos de lo preciso, se canse de correr o, deteniéndose, se quede dormido.
¿Cómo, pues, podremos cumplir nuestro oficio en el Pueblo de Dios como víctimas vivas, agradables a Dios, si nos dejamos separar del Hijo de Dios, que es a la vez vida y hostia por excelencia, por la relajación y la inmortificación, las divagaciones de la mente, la vana charlatanería, los inútiles cuidados y ocupaciones; o si el monje en la celda se halla aprisionado por su amor propio con miserables preocupaciones?
Esforcémonos con toda energía en estabilizar en Dios nuestros pensamientos y afectos, con sencillez de corazón y castidad de mente. Cada uno, olvidado de sí mismo y del camino dejado atrás, corra hacia la meta, para alcanzar el premio a que Dios lo llama desde lo alto en Cristo Jesús.
Mas quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Dado que el fraterno diálogo entre los hombres no se hace perfecto sino a través del mutuo respeto de las personas, ciertamente nos compete en grado máximo a nosotros, que moramos en la Casa de Dios, dar testimonio de la caridad que de Dios procede, cuando recibimos amablemente a los hermanos que conviven con nosotros, y nos preocupamos por abrazar con mente y corazón el carácter y los modales de ellos, por más distintos que sean de los nuestros. Porque las enemistades, las disputas y otras cosas semejantes, nacen generalmente del desprecio de los demás.
Evitemos todo lo que pueda perjudicar al bien de la paz; sobre todo, no hablemos mal de nuestro hermano. Si en la Casa nace alguna disensión entre unos monjes con otros o entre los monjes y el Prior, pruébense paciente y humildemente todos los medios que puedan resolver el asunto con caridad, antes de comunicarlo a los Visitadores, al Reverendo Padre o al Capítulo General. Lo mejor es que la paz se conserve en la familia conventual, como fruto del esfuerzo y la unión de todos. El Prior, en esos casos, no se muestre dominante, sino como un hermano; y si está en culpa, que la reconozca y se enmiende.
Como por causa de los Priores en gran parte decae o florece el espíritu en las Casas de la Orden, procuren edificar con su ejemplo, practicando antes de enseñar, sin permitirse hablar nada que el mismo Cristo no hubiese querido decir por ellos. Entregados a la oración, al silencio y a la celda, háganse merecedores de la confianza de sus súbditos, y mantengan con ellos una verdadera comunión de caridad. Con benignidad e interés vean cuál es su vida en la celda y cuál su estado de ánimo, para atajar sus tentaciones a los comienzos, no sea que luego, cuando el mal está muy arraigado, se aplique demasiado tarde el remedio.
Por último, hoy día hay que evitar sobremanera conformarse al mundo presente. Porque el buscar demasiado y abrazar con facilidad las cosas que miran a la comodidad de la vida, contradicen totalmente a nuestro estado, especialmente porque una novedad llama a otra. Los medios que nos ha concedido la divina Providencia no son para procurarnos una vida de regalo. El camino hacia Dios es fácil, pues se avanza por él no cargándose de cosas, sino desprendiéndose de ellas. Despojémonos hasta tal punto que, habiéndolo dejado todo y a nosotros mismos, participemos del estilo de vida de nuestros primeros Padres.

jueves, 8 de octubre de 2009

SHALOM

Están por aquí -San Rafael, Mza- fray Daniel Filgueiras y fray Emilio, pasarán un par de días animando encuentros con chicos del Colegio y luego viajarán a Río IV a un encuentro nacional de jóvenes -unos dos mil- que pertenecen a la pastoral de jóvenes, pastoral que coordina la Casa de Jóvenes de Mariló, en Moreno, en el oeste del conurbano bonaerense, y que se desarrolla además en las comunidades de las casas de nuestra Provincia franciscana del centro y del norte de nuestro país y de Buenos Aires. Fray Emilio y fray Daniel están viniendo desde Aguaray, en el norte salteño. Por otro lado avisan de Geocities que cierran los sitios que ofrecían, entonces de uno pequeñito y antes de que desaparezca extraí el breve texto que te comparto más abajo y que escribí hace ya algunos años poco después de mi estadía en casas del norte, allí donde actualmente viven, rezan y evangelizan fray Daniel y fray Emilio. Gentecita aborigen y criolla y algunos poquitos gringos, gentecita aquella que en su mayoría es pobre, más aún pareciera cuando es comparada con la de tierras más al centro y al sur de nuestra Nación, pueblo todo que todavía espera ser una República más digna y capaz de llevar juntas y más parejas nuestras historias. El gran desafío no es sólo erradicar de raíz y para siempre la descarada corrupción de muchos de los gobernantes, o de algunos legisladores o de algunos jueces, o de muchos empresarios de la ciudad y del campo, o de muchos comerciantes, o de muchos sindicalistas, sino en general la caída importante en la vivencia de valores en grandes sectores que incluyen los diversos estratos sociales, entre ellos un sector que gravita como es el de los servicios de comunicación social, importante por su influencia más inmediata debido al poder de penetración que tienen en los grupos familiares. Qué bueno sería plantearse la calidad de lo que proponen, analizar muy críticamente lo que persiguen con sus contenidos, confrontarlos con los valores que conducen a construir una verdadera República; por estos días parece que se estrecha la mirada y se da fuerte la lucha viéndolos sólo como fantásticos instrumentos para ideologizar y así alcanzar o permanecer en el poder y ejercerlo no precisamente como un servidor del bien común, y entonces todo vale para apropiárselos. En lo mediato y como un elemento potente y básico de liberación y crecimiento sería muy bueno fortalecer la calidad y la intensidad de la actividad de todo el sistema educativo sobre todo la del nivel universitario. [Entre corchetes pongo en alguna palabra lo que quiero decir con ella, así no la cambio ahora].

LA PAZ ESTÉ CON USTEDES!!!

Desde el corazón del Padre se ha derramado la paz. Jesús andando hasta lo más hondo de nuestra miseria y nuestro dolor ha puesto el amor en toda la creación. Sus palabras, sus gestos y toda su vida, para el que lo escucha y lo recibe, es todo ternura y misericordia.

¡Cómo El ha logrado ver en lo que nosotros vivimos como una pesada y amarga desgracia un lugar de encuentro con nosotros, un espacio de presencia del Padre y comunión con él! Y puedo contemplar con esta mirada toda desgracia humana aún la más dolorosa y humillante, cada una en el corazón de quien la sufre, en su concretez. ¡Qué misterio el amor redentor de Dios!.

Es amable y deseable este amor misericordioso: embellece la mirada, agiliza nuestros pasos, alegra el corazón; abre la casa en espaciosa hospitalidad para el despreciado y aborrecido por el mundo, el pequeño e insignificante hermanito, sucio y maloliente, de malas maneras en su trato, sin casa, sin destino ni camino. Aquí en el Jesús tallado en mi, encuentra morada.

Sí, ya puedes soñar hazañas para tus pobres huesos desarticulados que se derraman como el agua, transidos de tragedia y fragilidad amenazada.

Sí, puedes soñar, porque hasta allí llega corriendo como a su propia casa el amor, incómodo y sin reposo en las grandezas y fortalezas del mundo.

La paz de la carne [del hombre, de la mujer] humilde, conocedora y sabia por el sufrimiento, se alegra de todo y agradece todo.

CARO CARDO SALUTIS (Tertuliano)

Amar, amar y amar. Casi no deja queja la alegría de conocer cuánto vale todo lo que se parezca a la cruz.

Puso paz entre el cielo y la tierra. Puso paz entre nosotros.

Espíritu de Dios! llena mi historia y mi carne [mi entera humanidad] con tu Paz.

viernes, 2 de octubre de 2009

SAN FRANCISCO DE ASIS

TODOS USTEDES SON HERMANOS

Te comparto aqui la Liturgia del próximo 4 de octubre, propia de la familia franciscana.

4 de octubre
NUESTRO SERÁFICO PADRE SAN FRANCISCO
Diácono y Fundador de las Tres Órdenes
Solemnidad


ANTIFONA DE ENTRADA

Alegrémonos en el Señor, al celebrar esta fiesta en honor de nuestro Padre San Francisco. Los ángeles se regocijan por esta solemnidad y alaban al Hijo de Dios.

ORACION DE LA ASAMBLEA

Señor, que diste a nuestro seráfico Padre San Francisco la gracia de configurarse con Cristo por la pobreza y la humildad: concédenos que, imitando sus virtudes, podamos seguir a tu Hijo, y unirnos a ti en la alegría de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA

Francisco fue como el sol que brilla sobre el Templo de Dios.

Lectura del libro del Eclesiástico 50, 1.3-7

Este es el que durante su vida restauró la Casa y en sus días consolidó el Santuario. En sus días fue excavado el depósito de las aguas, un estanque amplio como el mar. Preocupado por preservar a su pueblo de la caída, fortificó la ciudad contra el asedio. ¡Qué glorioso era, rodeado de su pueblo, cuando salía detrás del velo! Como el lucero del alba en medio de nubes, como luna en su plenilunio, como sol resplandeciente sobre el Templo del Altísimo.

SALMO RESPONSORIAL 15, 1-2a.5. 7-8. 11

R. ¡Tú eres mi herencia, Señor!

Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti,
Yo digo al Señor: «Señor, Tú eres mi bien».
El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,
¡Tú decides mi suerte! R.

Bendeciré al Señor que me aconseja,
¡hasta de noche me instruye mi conciencia!
Tengo siempre presente al Señor:
Él está a mi lado, nunca vacilaré. R.

Me harás conocer el camino de la vida,
saciándome de gozo en tu presencia,
de felicidad eterna
a tu derecha. R.

SEGUNDA LECTURA

Por Cristo el mundo está crucificado para mí,
como yo lo estoy para el mundo.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Galacia
6,14-18

Hermanos:
Yo sólo me gloriaré en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, como yo lo estoy para el mundo.
Estar circuncidado o no estarlo, no tiene ninguna importancia: lo que importa es ser una nueva criatura. Que todos los que practican esta norma tengan paz y misericordia, lo mismo que el Israel de Dios.
Que nadie me moleste en adelante: yo llevo en mi cuerpo las cicatrices de Jesús.
Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo permanezca con ustedes. Amén.

SECUENCIA

Esta secuencia puede decirse a voluntad, ya sea íntegra o ya sea abreviada desde las palabras: * Francisco, por las señales de Cristo.

En Francisco se han manifestado signos nuevos de santidad, maravillosos y benéficos, dignos de ensalzarse.
Los seguidores de la nueva Orden reciben un nuevo código de leyes: es el mensaje del Señor que adquiere una nueva expresión a través de Francisco.
Surge una nueva Orden, un modo de vivir nuevo, inaudito para el mundo, pero que no es más que una restauración de la vida evangélica.
La nueva ley se conforma a la de Cristo y alcanza las cumbres de la vida apostólica.
Vestido de tosco sayal y ceñido de ruda cuerda, le tiene sin cuidado la apariencia. Austero en la comida, lleva descalzos sus pies.
Francisco anhela tan sólo la pobreza, las cosas terrenas no le interesan, desecha lo mundano y desprecia el dinero.
Busca lugar propicio para las lágrimas; acalla el ruido para que la contrición florezca en su corazón, y llora el precioso tiempo malgastado en el mundo.
Se refugia en una cueva de la montaña donde llora y reza postrado ante el Señor. Pero en la lobreguez de esa prisión su espíritu se serena.
Y allí, con las rocas por techumbre, absorto en lo divino, con la entera libertad de un juez imparcial, se decide a abandonar lo terreno y opta por lo celestial.
Impone ruda penitencia a su cuerpo, que llega a transfigurarse. Tiene en menos el alimento corporal que el que le ofrece la sagrada Escritura.
Bajo la forma de un príncipe celestial desciende de lo alto el Rey supremo. El Patriarca se estremece ante tal visión que lo deja hondamente impresionado.
Lleva aquél las señales de Cristo, y mientras Francisco, compasivo y silencioso, medita en la Pasión, recibe impresas las llagas.
Queda marcado su cuerpo, heridos pies y manos, abierto el costado y todo él purpurado en sangre.
Surge entonces el diálogo y se le revelan misterios: por celestial inspiración conoce el Santo cosas futuras.
Aparecen de repente clavos maravillosos en su cuerpo, negros por fuera y rojos por dentro. Experimenta Francisco un dolor vehemente: son los tormentos de la crucifixión que comparte con Cristo.
Estas heridas no afloran por obra de arte alguno. Ni la naturaleza ni golpes de martillo han provocado las hendiduras de esos clavos.

* Francisco, por las señales de Cristo que llevaste en tu cuerpo y con las que venciste victoriosamente al mundo, a la carne y al demonio, protégenos en las adversidades y haz que logremos alcanzar la gloria celestial.
Padre piadoso, Padre santo: que por tu intercesión, el pueblo devoto, con todos tus hijos, consigan el premio eterno.
Haz partícipes de la compañía de los elegidos a quienes conforman su vida con la tuya, y que la gran familia de los Hermanos Menores culmine su existencia en la eterna alegría del Cielo.
Amén.

ALELUIA Cf. Mt 11,25
Aleluia, aleluia
El pobre y humilde Francisco ingresa rico al Cielo en medio de aclamaciones y cánticos.
Aleluia.

EVANGELIO

Habiendo ocultado estas cosas a los sabios,
las has revelado a los pequeños.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo
11, 25-30

Jesús dijo:
Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo ocultado estas cosas a los sabios y prudentes, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Al presentarte estas ofrendas, te pedimos, Señor, que nos prepares a celebrar debidamente el misterio de la cruz, al que nuestro Padre san Francisco se unió con tanto fervor. Por Jesucristo nuestro Señor.


PREFACIO

El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu

Levantemos el corazón
Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Que por el camino de la altísima pobreza y de la humildad llevaste a tu siervo Francisco a la cumbre de la perfección evangélica.
Al que por su encendido amor seráfico le hiciste gozar con inefable alegría de las obras de tus manos y, honrado con las sagradas llagas, nos lo muestras como trasunto de nuestro Señor Jesucristo crucificado.
Por El adoran tu grandeza todos los ángeles, y todos los coros celestiales celebran tu gloria unidos en una misma alegría. Permítenos asociarnos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cfr. 1 Pe. 4,13

Alégrense de poder compartir los sufrimientos de Cristo, para que cuando se manifieste su gloria, ustedes también se llenen de gozo y alegría.


ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Por este sacramento recibido, te pedimos Señor, que, imitando la caridad y el celo apostólico de nuestro Padre san Francisco, experimentemos los efectos de tu amor y nos prodiguemos en favor de la salvación de todos los hombres. Por Jesucristo nuestro Señor.

EL AMOR NO ES AMADO,

¡AMEN AL AMOR!