
Primer domingo: la vigilancia en la espera del Señor
Encendemos, Señor, esta luz, como aquél que enciende su lámpara
para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene.
En esta primera semana del Adviento
queremos levantarnos para esperarte preparados,
para recibirte con alegría.
Muchas sombras nos envuelven; muchos halagos nos adormecen.
Queremos estar despiertos y vigilantes,
porque tú nos traes la luz más clara,
la paz más profunda y la alegría mas verdadera.
¡Ven, Señor Jesús!
¡Marana thá! ¡Ven, Señor Jesús!
Segundo domingo: la urgencia de la conversión en nuestra vida
Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel.
Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas.
El viejo tronco está rebrotando, florece el desierto...
La humanidad entera se estremece
porque Dios se ha sembrado en nuestra carne.
Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes,
para que florezcas, para que nazcas
y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza.
¡Ven pronto, Señor. Ven, Salvador!
¡Marana thá! ¡Ven, Señor Jesús!
Tercer domingo: el testimonio del Precursor nos invita a la alegría
En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz.
Se anuncia la buena noticia: el Señor va a llegar.
Preparen sus caminos, porque ya se acerca.
Adornen el alma como una novia se engalana el día de su boda.
Ya llega el mensajero.
Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz.
Cuando encendemos estas tres velas
cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles,
llama para que calientes.
¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz, enciéndenos en tu amor!
¡Marana thá! ¡Ven, Señor Jesús!
Cuarto domingo: el anuncio del nacimiento del Señor en la Virgen Madre
Al encender estas cuatro velas, en el último domingo,
pensamos en Ella, la Virgen, tu madre y nuestra madre.
Nadie te esperó con más ansia, con más ternura, con más amor.
Nadie te recibió con más alegría.
Te sembraste en Ella como el grano de trigo se siembra en el surco.
En sus brazos encontraste la cuna más hermosa.
También nosotros queremos prepararnos así:
en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día.
¡Ven pronto, Señor. Ven a salvarnos!
¡Marana thá! ¡Ven, Señor Jesús!
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