lunes, 13 de diciembre de 2010
Peregrinos y advenedizos
Cañón del Atuel
En la alegría de la celebración de la fiesta de santa Lucía y en ella la celebración del Amor que la encendió en martirio, en testimonio, de su fe para aquellos en su tiempo y para nosotros ahora, voy llevando adelante las despedidas agradecidas y afectuosas de la comunidad que dejo esta vez. Comunidad que por otra parte expresa humildemente su dolor por la partida de la Orden -que esperan sea sólo por un par de años- que “entrega” la Parroquia al padre Obispo quien designará sacerdotes de su clero para la cura pastoral. Permaneceremos, como Orden, con visitas frecuentes cuidando el Colegio que continúa a nuestro cargo. Por mi parte regresaré a la fraternidad de Río Cuarto, donde ya estuve alguna vez hace algunos años. El sentimiento que despierta la movilización a otro lugar es de entusiasmo; andar es un aspecto interesante de la misión. Andamos como peregrinos y advenedizos en este mundo, porque eso somos mientras caminamos hacia la Casa, donde hay muchas habitaciones. Esto nos recuerda como un viviente en su “ahora”, entre otras cosas, y desde el carisma el hermano Francisco. La ciudad que dejo es muy hermosa, llena de árboles y parquecitos cuidados. El aire puro y sano, de montaña; la gente simple y trabajadora; los paisajes –les dejo una imagen arriba- austeros y bellos en las cercanías; la comunidad empeñosa en la fe y la referencia especial a los hermanos de la comunidad de la Capilla santa Clara de Asís, en Cuadro Benegas y la otra más pequeña que se anima –con la fuerza y la humildad en el servicio de Armando y Titina y su “equipo”- los sábados en la Escuela Poblet del barrio el Vencedor, también en Cuadro Benegas, entonan el alma animando los últimos encuentros.
A la santa le pedimos que por su intercesión nos llene de Luz los ojos de la fe para amar como ella.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario