miércoles, 16 de junio de 2010

Clausura del Año Sacerdotal

Santo Cura de Ars
En la extensa homilía de la Misa del viernes 11, Solemnidad de El Sagrado Corazón de Jesús, Misa de clausura del Año Sacerdotal, el Papa Benedicto XVI desarrolló una Lectio muy hermosa sobre el Salmo 23(22). Te recuerdo que de entre los 150 salmos los que van del 10(9) al 147 (146-147) tienen doble numeración. Una es del texto hebreo y la otra la de las versiones griega y latina –esta última es la que sigue la Liturgia y es la que va entre paréntesis-. De la homilía te comparto aquí un párrafo referido al final del salmo.

Salmo 23(22)


v. 5 Tú preparas ante mí una mesa, / frente a mis enemigos; / unges con óleo mi cabeza / y mi copa rebosa.


v. 6 Tu bondad y tu gracia me acompañan / a lo largo de mi vida; / y habitaré en la Casa del Señor, / por muy largo tiempo.

El párrafo de la homilía:

Al final del salmo, se habla de la mesa preparada, del perfume con que se unge la cabeza, de la copa que rebosa, del habitar en la casa del Señor. En el salmo, esto muestra sobre todo la perspectiva del gozo por la fiesta de estar con Dios en el templo, de ser hospedados y servidos por él mismo, de poder habitar en su casa. Para nosotros, que rezamos este salmo con Cristo y con su Cuerpo que es la Iglesia, esta perspectiva de esperanza ha adquirido una amplitud y profundidad todavía más grande. Vemos en estas palabras, por así decir, una anticipación profética del misterio de la Eucaristía, en la que Dios mismo nos invita y se nos ofrece como alimento, como aquel pan y aquel vino exquisito que son la única respuesta última al hambre y a la sed interior del hombre. ¿Cómo no alegrarnos de estar invitados cada día a la misma mesa de Dios y habitar en su casa? ¿Cómo no estar alegres por haber recibido de Él este mandato: “Haced esto en memoria mía”? Alegres porque Él nos ha permitido preparar la mesa de Dios para los hombres, de ofrecerles su Cuerpo y su Sangre, de ofrecerles el don precioso de su misma presencia. Sí, podemos rezar juntos juntos con todo el corazón las palabras del salmo: «Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida».

No hay comentarios: