miércoles, 29 de diciembre de 2010

Su ronco acento, es un canto de Amor...

El Tamborilero

Llevemos al Niño de Belén nuestro amor; a Él que es el Amor. Adoremos a Jesús en el Pesebre, la humildad de Dios derramada entre nosotros para siempre, Don eterno salvador y santificador del Padre de las misericordias. José y María, los pastores y las creaturas -el burrito y la vaca- en cantos de gloria y alabanza junto a los ángeles nos invitan al coro.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Peregrinos y advenedizos

Cañón del Atuel

En la alegría de la celebración de la fiesta de santa Lucía y en ella la celebración del Amor que la encendió en martirio, en testimonio, de su fe para aquellos en su tiempo y para nosotros ahora, voy llevando adelante las despedidas agradecidas y afectuosas de la comunidad que dejo esta vez. Comunidad que por otra parte expresa humildemente su dolor por la partida de la Orden -que esperan sea sólo por un par de años- que “entrega” la Parroquia al padre Obispo quien designará sacerdotes de su clero para la cura pastoral. Permaneceremos, como Orden, con visitas frecuentes cuidando el Colegio que continúa a nuestro cargo. Por mi parte regresaré a la fraternidad de Río Cuarto, donde ya estuve alguna vez hace algunos años. El sentimiento que despierta la movilización a otro lugar es de entusiasmo; andar es un aspecto interesante de la misión. Andamos como peregrinos y advenedizos en este mundo, porque eso somos mientras caminamos hacia la Casa, donde hay muchas habitaciones. Esto nos recuerda como un viviente en su “ahora”, entre otras cosas, y desde el carisma el hermano Francisco. La ciudad que dejo es muy hermosa, llena de árboles y parquecitos cuidados. El aire puro y sano, de montaña; la gente simple y trabajadora; los paisajes –les dejo una imagen arriba- austeros y bellos en las cercanías; la comunidad empeñosa en la fe y la referencia especial a los hermanos de la comunidad de la Capilla santa Clara de Asís, en Cuadro Benegas y la otra más pequeña que se anima –con la fuerza y la humildad en el servicio de Armando y Titina y su “equipo”- los sábados en la Escuela Poblet del barrio el Vencedor, también en Cuadro Benegas, entonan el alma animando los últimos encuentros.
A la santa le pedimos que por su intercesión nos llene de Luz los ojos de la fe para amar como ella.

La Corona de Adviento

¡Marana thá! ¡Ven, Señor Jesús!

La Corona de Adviento ayuda a vivir este tiempo litúrgico -conducido en espíritu de conversión por la oración en la Liturgia de las Horas y en la Eucaristía-, haciéndolo presente en el seno de la familia. Corona verde entretejida con ramas del bosque y luces en ella, proviene de culturas europeas de antigua data y previas a la evangelización simbolizando en ellas la esperanza que en la alegría fortalece mientras va pasando el invierno que oculta parte de la vida en sus ramas deshojadas y debilita la luz y el calor del sol, hasta recibirla renovada en el vigor y la belleza de la luz primaveral y en la sustancia de los frutos sabrosos recogidos en la calidez del verano. Por aquellas tierras también y en el siglo XVI enriquecieron su significación con la mirada de la fe. Para nosotros es expresión de la Vida nueva y “el Sol que viene de lo alto” que nos trae la fiesta de la Navidad iniciando todo el Misterio de la presencia definitiva de Dios entre nosotros y la espera de su segunda venida. La luz crece semana tras semana, como crece en nosotros la luz de la fe, el calor del amor y la alegría de la esperanza, fortaleciéndonos en el servicio y los trabajos de todos los días.
Abajo encuentran reflexiones breves para el momento de encender progresivamente las velas cada domingo. Pueden compartir en ese momento una de las lecturas del Domingo correspondiente y rezar un Padrenuestro, Avemaría y Gloria. La oración en familia les ayudará a vivir más unidos, en el diálogo y el amor mutuo.

Primer domingo: la vigilancia en la espera del Señor
Encendemos, Señor, esta luz, como aquél que enciende su lámpara
para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene.
En esta primera semana del Adviento
queremos levantarnos para esperarte preparados,
para recibirte con alegría.
Muchas sombras nos envuelven; muchos halagos nos adormecen.
Queremos estar despiertos y vigilantes,
porque tú nos traes la luz más clara,
la paz más profunda y la alegría mas verdadera.
¡Ven, Señor Jesús!
¡Marana thá! ¡Ven, Señor Jesús!

Segundo domingo: la urgencia de la conversión en nuestra vida
Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel.
Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas.
El viejo tronco está rebrotando, florece el desierto...
La humanidad entera se estremece
porque Dios se ha sembrado en nuestra carne.
Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes,
para que florezcas, para que nazcas
y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza.
¡Ven pronto, Señor. Ven, Salvador!
¡Marana thá! ¡Ven, Señor Jesús!

Tercer domingo: el testimonio del Precursor nos invita a la alegría
En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz.
Se anuncia la buena noticia: el Señor va a llegar.
Preparen sus caminos, porque ya se acerca.
Adornen el alma como una novia se engalana el día de su boda.
Ya llega el mensajero.
Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz.
Cuando encendemos estas tres velas
cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles,
llama para que calientes.
¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz, enciéndenos en tu amor!
¡Marana thá! ¡Ven, Señor Jesús!

Cuarto domingo: el anuncio del nacimiento del Señor en la Virgen Madre
Al encender estas cuatro velas, en el último domingo,
pensamos en Ella, la Virgen, tu madre y nuestra madre.
Nadie te esperó con más ansia, con más ternura, con más amor.
Nadie te recibió con más alegría.
Te sembraste en Ella como el grano de trigo se siembra en el surco.
En sus brazos encontraste la cuna más hermosa.
También nosotros queremos prepararnos así:
en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día.
¡Ven pronto, Señor. Ven a salvarnos!
¡Marana thá! ¡Ven, Señor Jesús!

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Sínodo de los Obispos para Medio Oriente

Misa de clausura del Sínodo
El Sínodo
El Sínodo de los Obispos para Oriente Medio -que se desarrolló en Roma con el lema comunión y testimonio y la inspiración tomada del versículo "La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma" (Hch 4, 32)-, ha concluído y como en otros Sínodos se le acercaron al Papa Proposiciones finales, de las que tomo aquí la 2 y la 3 referidas a la Palabra de Dios. En éste como en otros temas podemos ver la comunión entre las Iglesias en las búsquedas y desafíos. Agradecemos al Señor toda su Bondad y los dones que regaló a los padres sinodales encomendándole a su vez inspire y aliente la continuidad de este camino de comunión y fraternidad, en la verdad del amor, de las iglesias de oriente -en este caso caso Medio Oriente- y occidente. Cómo decía Juan Pablo II la Iglesia respira con dos pulmones el Oriente y el Occidente con sus espiritualidades, sus teologías, sus celebraciones del único Misterio y sus pastorales. Lo que a primera vista parece tan lejano no lo es tanto puesto que descubrimos en nuestros corazones -en la diversidad que somos y en las múltiples mociones interiores de cada uno, en la convivencia y la misión- resonancias de las vidas de todas las Iglesias.

En Argentina
Iglesias de Medio Oriente: IGLESIA MARONITA: San Charbel en Buenos Aires de los Maronitas- S. E. R. Mons. Charbel Georges MERHI, Obispo de San Charbel en Buenos Aires de los Maronitas. / IGLESIA GRECO-MELQUITA: Exarcado Apostólico para los fieles Greco-Melquitas residentes en Argentina- S. E. R. Mons. Jean-Abdo ARBACH, B.C., Obispo titular de Palmira de los Greco-Melquitas, Exarca Apostólico para los fieles Greco-Melquitas residentes en Argentina / IGLESIA ARMENIA: San Gregorio de Narek en Buenos Aires de los Armenios - S. E. R. Mons. Vartan Waldir BOGHOSSIAN, S.D.B., Obispo de San Gregorio de Narek en Buenos Aires de los Armenios, Exarca Apostólico para los fieles de rito armenio residentes en América Latina y México.

Para más detalles
y aquí en Boletín Synodus Episcoporum.

Las Proposiciones
Proposición 2 La Palabra de Dios
La Palabra de Dios es el alma y el fundamento de toda la pastoral; se espera que en cada familia haya una Biblia.
Los Padres sinodales fomentarán la lectura y meditación cotidiana de la Palabra de Dios, especialmente la lectio divina, la creación de un sitio de Internet bíblico con explicaciones y comentarios católicos al alcance de los fieles, un folleto de introducción a la Biblia (Antiguo y Nuevo Testamento) con un método fácil de leer la Biblia.
Alientan además a las eparquías/diócesis (en lo que sigue se usará el término “diócesis” equivalente a “eparquia” propio de la terminología oriental) y las parroquias a promover encuentros bíblicos en los que se medite y se explique la Palabra de Dios para responder a las solicitudes de los fieles, con el propósito de crear en ellos una familiaridad con las Escrituras, una profundización de la espiritualidad y un compromiso con el apostolado y la misión.

Proposición 3 Pastoral bíblica
Los Padres sinodales recomiendan trabajar para poner la Sagrada Escritura con sus dos Testamentos en el centro de nuestra vida cristiana. Esto se logrará por el aliento a anunciarla, leerla, meditarla e interpretarla de modo cristocéntrico y celebrarla a ejemplo de la primera comunidad cristiana.
Se propone proclamar, después de una adecuada preparación, un año bíblico, seguido de una semana anual de la Biblia.

martes, 12 de octubre de 2010

Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia


A mediados del 2004 se presentó el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, elaborado por el Pontificio Consejo “Justicia y Paz”, siguiendo las indicaciones hechas por el amado y recordado Juan Pablo II en su Exhortación Apostólica Ecclesia in America. De la Introducción del Compendio tomo aquí unos pocos números que se refieren a su significado y más abajo, brevemente y de la presentación del Compendio a la Prensa en Roma por el Card. Martino, su estructura. Conviene de tanto en tanto recordarnos o quizá enterarnos de que están a nuestra disposición estos trabajos. En el sitio del Vaticano encuentras este Compendio:

http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/justpeace/index_sp.htm

El significado del Compendio
7 El cristiano sabe que puede encontrar en la doctrina social de la Iglesia los principios de reflexión, los criterios de juicio y las directrices de acción como base para promover un humanismo integral y solidario. Difundir esta doctrina constituye, por tanto, una verdadera prioridad pastoral, para que las personas, iluminadas por ella, sean capaces de interpretar la realidad de hoy y de buscar caminos apropiados para la acción: «La enseñanza y la difusión de esta doctrina social forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia».
En esta perspectiva, se consideró muy útil la publicación de un documento que ilustrase las líneas fundamentales de la doctrina social de la Iglesia y la relación existente entre esta doctrina y la nueva evangelización. El Pontificio Consejo «Justicia y Paz», que lo ha elaborado y del cual asume plenamente la responsabilidad, se ha servido para esta obra de una amplia consulta, implicando a sus Miembros y Consultores, algunos Dicasterios de la Curia Romana, las Conferencias Episcopales de varios países, Obispos y expertos en las cuestiones tratadas.
8 Este documento pretende presentar, de manera completa y sistemática, aunque sintética, la enseñanza social, que es fruto de la sabia reflexión magisterial y expresión del constante compromiso de la Iglesia, fiel a la Gracia de la salvación de Cristo y a la amorosa solicitud por la suerte de la humanidad. Los aspectos teológicos, filosóficos, morales, culturales y pastorales más relevantes de esta enseñanza se presentan aquí orgánicamente en relación a las cuestiones sociales. De este modo se atestigua la fecundidad del encuentro entre el Evangelio y los problemas que el hombre afronta en su camino histórico...
9 El documento presenta un cuadro de conjunto de las líneas fundamentales del «corpus» doctrinal de la enseñanza social católica. Este cuadro permite afrontar adecuadamente las cuestiones sociales de nuestro tiempo, que exigen ser tomadas en consideración con una visión de conjunto, porque son cuestiones que están caracterizadas por una interconexión cada vez mayor, que se condicionan mutuamente y que conciernen cada vez más a toda la familia humana. La exposición de los principios de la doctrina social pretende sugerir un método orgánico en la búsqueda de soluciones a los problemas, para que el discernimiento, el juicio y las opciones respondan a la realidad y para que la solidaridad y la esperanza puedan incidir eficazmente también en las complejas situaciones actuales. Los principios se exigen y se iluminan mutuamente, ya que son una expresión de la antropología cristiana, fruto de la Revelación del amor que Dios tiene por la persona humana. Considérese debidamente, sin embargo, que el transcurso del tiempo y el cambio de los contextos sociales requerirán una reflexión constante y actualizada sobre los diversos temas aquí expuestos, para interpretar los nuevos signos de los tiempos.
10 El documento se propone como un instrumento para el discernimiento moral y pastoral de los complejos acontecimientos que caracterizan nuestro tiempo; como una guía para inspirar, en el ámbito individual y colectivo, los comportamientos y opciones que permitan mirar al futuro con confianza y esperanza; como un subsidio para los fieles sobre la enseñanza de la moral social. De él podrá surgir un compromiso nuevo, capaz de responder a las exigencias de nuestro tiempo, adaptado a las necesidades y los recursos del hombre; pero sobre todo, el anhelo de valorar, en una nueva perspectiva, la vocación propia de los diversos carismas eclesiales con vistas a la evangelización de lo social, porque « todos los miembros de la Iglesia son partícipes de su dimensión secular ». El texto se propone, por último, como ocasión de diálogo con todos aquellos que desean sinceramente el bien del hombre.

Estructura del Compendio.
Después de la Introducción, siguen tres partes:
La primera, trata sobre los presupuestos fundamentales de la doctrina social: [1]. el designio de Amor de Dios para los hombres, [2]. la misión de la Iglesia y la doctrina social, [3]. la persona humana y sus derechos, y [4]. los principios de la doctrina social.
La segunda, trata sobre los contenidos y los temas clásicos de la doctrina social: [1]. la familia, [2]. el trabajo humano, [3]. la vida económica, [4]. la comunidad política, [5]. la comunidad internacional, [6]. la salvaguarda del medio ambiente y [7]. la promoción de la paz.
La tercera, contiene una serie de indicaciones para la utilización de la doctrina social en la praxis pastoral de la Iglesia y en la vida de los cristianos, sobre todo de los fieles laicos.
La Conclusión, titulada "Para una civilización del amor", resume la idea de fondo de todo el documento.
La obra se completa con amplios índices, utilísimos y fáciles de consultar.

Tomado de:
Conferencia de prensa para la presentación del "Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia" - Intervención del Card. Renato Raffaele Martino (25 de octubre de 2004)
http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/justpeace/index_sp.htm

Es bueno, finalmente, tener presente que para orar, emprender los trabajos pastorales, los encuentros o los compromisos de testimonio la invocación del Espíritu Santo, nos abre a recibir su sabiduría y su fortaleza, su caridad.

lunes, 11 de octubre de 2010

Liturgia de las Horas


Suba como incienso mi oración en tu presencia

Del Oficio de lectura de hoy, te comparto la segunda lectura. El Oficio de lectura pertenece a la Liturgia de las Horas.La Liturgia de las Horas, como las demás acciones litúrgicas, no es una acción privada, sino que pertenece a todo el cuerpo de la Iglesia, lo manifiesta e influye en él.” nos dicen los documentos preliminares, entre otras muchas cosas. Cada día puedes encontrar Laudes, Vísperas y Completas y además el Oficio de lectura, Tercia, Sexta, y Nona en el sitio del que te dejo el link aquí -en Inicio ellos ponen una introducción; para más detalles, en el mismo sitio, puedes ver: Acerca del rezo del Oficio-. Es un modo muy hermoso de orar. Está lleno de la Palabra; oras con Cristo, oras en Él, al hacerlo en la Iglesia; consagras las horas del día al Señor; prolongas la celebración de la Misa del domingo durante la semana; la constancia te irá conformando con Jesús a quien prestas tu voz para hablarle al Padre sin dejar de ser vos el/la que ora y en tu corazón el Espíritu; que viene en tu ayuda y te abre los labios cuando se lo pides, y sólo con Él podrás hacerlo bien. Para familiarizarte con la Liturgia de las Horas puedes acercarte a una comunidad religiosa, ellos/ellas la rezan a diario; o al padre de tu Parroquia, o a lo mejor tienes cerca un hermano de tu comunidad que ya lo hace. Es sencillo rezarla y fácil de aprender.
http://www.liturgiadelashoras.com.ar/ 
* * *  *   * * *
De la carta de san Agustín, obispo, a Proba
(Carta 130, 9, 18--10, 20: CSEL 44, 60-63)
Debemos en ciertos momentos amonestarnos a nosotros mismos con la oración vocal.

Deseemos siempre la vida dichosa y eterna, que nos dará nuestro Dios y Señor, y así estaremos siempre orando. Pero, con objeto de mantener vivo este deseo, debemos, en ciertos momentos, apartar nuestra mente de las preocupaciones y quehaceres que, de algún modo, nos distraen de él y amonestarnos a nosotros mismos con la oración vocal, no fuese caso que si nuestro deseo empezó a entibiarse llegara a quedar totalmente frío y, al no renovar con frecuencia el fervor, acabara por extinguirse del todo.
Por eso, cuando dice el Apóstol: Presentad públicamente vuestras peticiones a Dios, no hay que entender estas palabras como si se tratara de descubrir a Dios nuestras peticiones, pues él continuamente las conoce, aun antes de que se las formulemos; estas palabras significan, más bien, que debemos descubrir nuestras peticiones a nosotros mismos en presencia de Dios, perseverando en la oración, sin mostrarlas ante los hombres por vanagloria de nuestras plegarias.
Como esto sea así, aunque ya en el cumplimiento de nuestros deberes, como dijimos, hemos de orar siempre con el deseo, no puede considerarse inútil y vituperable el entregarse largamente a la oración, siempre y cuando no nos lo impidan otras obligaciones buenas y necesarias. Ni hay que decir, como algunos piensan, que orar largamente sea lo mismo que orar con vana palabrería. Una cosa, en efecto, son las muchas palabras y otra cosa el afecto perseverante y continuado. Pues del mismo Señor está escrito que pasaba la noche en oración y que oró largamente; con lo cual, ¿qué hizo sino darnos ejemplo, al orar oportunamente en el tiempo, aquel mismo que, con el Padre, oye nuestra oración en la eternidad?
Se dice que los monjes de Egipto hacen frecuentes oraciones, pero muy cortas, a manera de jaculatorias brevísimas, para que así la atención, que es tan sumamente necesaria en la oración, se mantenga vigilante y despierta y no se fatigue ni se embote con la prolijidad de las palabras. Con esto nos enseñan claramente que así como no hay que forzar la atención cuando no logra mantenerse despierta, así tampoco hay que interrumpirla cuando puede continuar orando.
Lejos, pues, de nosotros la oración con vana palabrería; pero que no falte la oración prolongada, mientras persevere ferviente la atención. Hablar mucho en la oración es como tratar un asunto necesario y urgente con palabras superfluas. Orar, en cambio, prolongadamente es llamar con corazón perseverante y lleno de afecto a la puerta de aquel que nos escucha. Porque con frecuencia la finalidad de la oración se logra más con lágrimas y llantos que con palabras y expresiones verbales. Porque el Señor recoge nuestras lágrimas en su odre y a él no se le ocultan nuestros gemidos, pues todo lo creó por medio de aquel que es su Palabra, y no necesita las palabras humanas.

lunes, 4 de octubre de 2010

san Francisco de Asís - 4 de octubre

La verdadera y perfecta alegría

Preguntamos a san Francisco de Asís, hoy 4 de octubre, día en que lo recordamos y celebramos cuál es la perfecta y verdadera alegría. Del dulce, pobre y humilde Francisco quedó lo que nos responde en dos relatos referidos al mismo episodio. Uno –el más extenso- pertenece a las famosas Florecillas -Capítulo VIII- y el otro más breve, y por esto considerado como más antiguo, tomado de un manuscrito de fray Leonardo de Asís. Éste último lo puedes gustar aquí y aprovecharlo para tu edificación. La traducción está tomada de los Escritos y Biografías de san Francisco, en español, obra que coordinó el Hno José Antonio Guerra OFM

LA VERDADERA Y PERFECTA ALEGRÍA
Cierto día el bienaventurado Francisco, estando en Santa María, llamó al hermano León y le dijo:
– Hermano León, escribe.
El cual respondió:
– Ya estoy listo.
– Escribe –le dijo– cuál es la verdadera alegría.
Llega un mensajero y dice que todos los maestros de París han venido a la Orden. Escribe: «No es verdadera alegría.»
Y también que han venido a la Orden todos los prelados ultramontanos, arzobispos y obispos; que también el rey de Francia y el rey de Inglaterra. Escribe: «No es verdadera alegría.»
Igualmente, que mis hermanos han ido a los infieles y han convertido a todos ellos a la fe. Además, que he recibido yo de Dios una gracia tan grande, que curo enfermos y hago muchos milagros: Te digo que en todas estas cosas no está la verdadera alegría.
Pero ¿cuál es la verdadera alegría?
Vuelvo de Perusa y, ya de noche avanzada, llego aquí, es tiempo de invierno, todo está embarrado y el frío es tan grande, que en los bordes de la túnica se forman carámbanos [*] de agua fría congelada, que hacen heridas en las piernas, hasta brotar sangre de las mismas.
Y todo embarrado, helado y aterido, me llego a la puerta; y, después de estar buen rato tocando y llamando, acude el hermano y pregunta:
- ¿Quién es?
Yo respondo:
- El hermano Francisco.
Y él dice:
- Largo de aquí. No es hora decente para andar de camino. Aquí no entras.
Y, al insistir yo de nuevo, contesta:
- Largo de aquí. Tú eres un simple y un ignorante. Ya no vas a venir con nosotros. Nosotros somos tantos y tales, que no te necesitamos.
Y yo vuelvo a la puerta y digo:
- Por amor de Dios, acogedme por esta noche.
Y él responde:
- No me da la gana. Vete al lugar de los Crucíferos y pide allí.
Te digo: si he tenido paciencia y no he perdido la calma, en esto está la verdadera alegría y también la verdadera virtud y el bien del alma.

[*] Pedazo de hielo más o menos largo y puntiagudo que se va formando al helarse el agua que gotea.
En la entrada del 2 de octubre del 2009 (buscar en el Archivo del blog), encuentras las oraciones de la Misa de la Solemnidad de san Francisco de Asís.

jueves, 30 de septiembre de 2010

San Jerónimo - Mes de la Biblia

San Jerónimo

Celebramos hoy a san Jerónimo, terminando el mes de la Biblia, mes elegido justamente mirando el amor de Jerónimo a las Escrituras.  En la oración Colecta de la misa de san Jerónimo, tienes un momento orante y a continuación, un momento de reflexión con párrafos, acerca de su vida y acerca de su relación con las Escrituras, tomados de las dos catequesis -7 y 14 de nov. 2007-  de Benedicto XVI dedicadas al santo.

Oración Colecta:
Dios nuestro, que otorgaste a san Jerónimo, presbítero, amar con dedicación ardiente la Sagrada Escritura, te pedimos que tu pueblo se alimente con mayor abundancia de tu palabra y encuentre en ella la fuente de la vida.
(Misal Romano. Versión castellana de la 3a Edición Típica Latina. Conferencia Episcopal Argentina.)

Vida:
«San Jerónimo nació en Estridón en torno al año 347, en una familia cristiana, que le dio una esmerada formación, enviándolo incluso a Roma para que perfeccionara sus estudios. Siendo joven sintió el atractivo de la vida mundana (cf. Ep 22, 7), pero prevaleció en él el deseo y el interés por la religión cristiana. Tras recibir el bautismo, hacia el año 366, se orientó hacia la vida ascética y, al trasladarse a Aquileya, se integró en un grupo de cristianos fervorosos, definido por él casi "un coro de bienaventurados" (Chron. ad ann. 374) reunido en torno al obispo Valeriano.
Después partió para Oriente y vivió como eremita en el desierto de Calcis, al sur de Alepo (cf. Ep 14, 10), dedicándose seriamente a los estudios. Perfeccionó su conocimiento del griego, comenzó el estudio del hebreo (cf. Ep 125, 12), trascribió códices y obras patrísticas (cf. Ep 5, 2). La meditación, la soledad, el contacto con la palabra de Dios hicieron madurar su sensibilidad cristiana.
Sintió de una manera más aguda el peso de su pasado juvenil (cf. Ep 22, 7), y experimentó profundamente el contraste entre la mentalidad pagana y la vida cristiana: un contraste que se hizo famoso a causa de la dramática e intensa "visión" que nos narró. En ella le pareció que era flagelado en presencia de Dios, por ser "ciceroniano y no cristiano" (cf. Ep 22, 30).
En el año 382 se trasladó a Roma. Aquí el Papa san Dámaso, conociendo su fama de asceta y su competencia de estudioso, lo tomó como secretario y consejero; lo alentó a emprender una nueva traducción latina de los textos bíblicos por motivos pastorales y culturales.
Algunas personas de la aristocracia romana, sobre todo mujeres nobles como Paula, Marcela, Asela, Lea y otras, que deseaban comprometerse en el camino de la perfección cristiana y profundizar en su conocimiento de la palabra de Dios, lo escogieron como su guía espiritual y maestro en el método de leer los textos sagrados. Estas mujeres nobles también aprendieron griego y hebreo.
Después de la muerte del Papa san Dámaso, en el año 385 san Jerónimo dejó Roma y emprendió una peregrinación, primero a Tierra Santa, testigo silenciosa de la vida terrena de Cristo, y después a Egipto, tierra elegida por muchos monjes (cf. Contra Rufinum 3, 22; Ep 108, 6-14).
En el año 386 se detuvo en Belén, donde, gracias a la generosidad de una mujer noble, Paula, se construyeron un monasterio masculino, uno femenino, y una hospedería para los peregrinos que llegaban a Tierra Santa, "pensando en que María y José no habían encontrado un lugar donde alojarse" (Ep 108, 14). En Belén, donde se quedó hasta su muerte, siguió desarrollando una intensa actividad: comentó la palabra de Dios; defendió la fe, oponiéndose con vigor a varias herejías; exhortó a los monjes a la perfección; enseñó cultura clásica y cristiana a jóvenes alumnos; acogió con espíritu pastoral a los peregrinos que visitaban Tierra Santa. Falleció en su celda, junto a la gruta de la Natividad, el 30 de septiembre del año 419/420.»

Relación con la Biblia
«Verdaderamente "enamorado" de la Palabra de Dios, se preguntaba: "¿Cómo es posible vivir sin la ciencia de las Escrituras, a través de las cuales se aprende a conocer a Cristo mismo, que es la vida de los creyentes?" (Ep. 30, 7). Así, la Biblia, instrumento "con el que cada día Dios habla a los fieles" (Ep. 133, 13), se convierte en estímulo y manantial de la vida cristiana para todas las situaciones y para todas las personas.
Leer la Escritura es conversar con Dios: "Si oras —escribe a una joven noble de Roma— hablas con el Esposo; si lees, es él quien te habla" (Ep. 22, 25). El estudio y la meditación de la Escritura hacen sabio y sereno al hombre (cf. In Eph., prólogo). Ciertamente, para penetrar de una manera cada vez más profunda en la palabra de Dios hace falta una aplicación constante y progresiva. Por eso, san Jerónimo recomendaba al sacerdote Nepociano: "Lee con mucha frecuencia las divinas Escrituras; más aún, que el Libro santo no se caiga nunca de tus manos. Aprende en él lo que tienes que enseñar" (Ep. 52, 7).
A la matrona romana Leta le daba estos consejos para la educación cristiana de su hija: "Asegúrate de que estudie todos los días algún pasaje de la Escritura. (...) Que acompañe la oración con la lectura, y la lectura con la oración. (...) Que ame los Libros divinos en vez de las joyas y los vestidos de seda" (Ep. 107, 9.12). Con la meditación y la ciencia de las Escrituras se "mantiene el equilibrio del alma" (Ad Eph., prólogo). Sólo un profundo espíritu de oración y la ayuda del Espíritu Santo pueden introducirnos en la comprensión de la Biblia: "Al interpretar la sagrada Escritura siempre necesitamos la ayuda del Espíritu Santo" (In Mich. 1, 1, 10, 15).
Así pues, san Jerónimo, durante toda su vida, se caracterizó por un amor apasionado a las Escrituras, un amor que siempre trató de suscitar en los fieles. A una de sus hijas espirituales le recomendaba: "Ama la sagrada Escritura, y la sabiduría te amará; ámala tiernamente, y te custodiará; hónrala y recibirás sus caricias. Que sea para ti como tus collares y tus pendientes" (Ep. 130, 20). Y añadía: "Ama la ciencia de la Escritura, y no amarás los vicios de la carne" (Ep. 125, 11).
Para san Jerónimo, un criterio metodológico fundamental en la interpretación de las Escrituras era la sintonía con el magisterio de la Iglesia. Nunca podemos leer nosotros solos la Escritura. Encontramos demasiadas puertas cerradas y caemos fácilmente en el error. La Biblia fue escrita por el pueblo de Dios y para el pueblo de Dios, bajo la inspiración del Espíritu Santo. Sólo en esta comunión con el pueblo de Dios podemos entrar realmente con el "nosotros" en el núcleo de la verdad que Dios mismo nos quiere comunicar. Para él una auténtica interpretación de la Biblia tenía que estar siempre en armonía con la fe de la Iglesia católica.
No se trata de una exigencia impuesta a este Libro desde el exterior; el Libro es precisamente la voz del pueblo de Dios que peregrina y sólo en la fe de este pueblo podemos estar, por así decir, en el tono adecuado para comprender la sagrada Escritura. Por eso, san Jerónimo exhortaba: "Permanece firmemente adherido a la doctrina de la tradición que te ha sido enseñada, para que puedas exhortar según la sana doctrina y refutar a quienes la contradicen" (Ep. 52, 7). En particular, dado que Jesucristo fundó su Iglesia sobre Pedro, todo cristiano —concluía— debe estar en comunión "con la Cátedra de san Pedro. Yo sé que sobre esta piedra está edificada la Iglesia" (Ep. 15, 2). Por tanto, abiertamente declaraba: "Yo estoy con quien esté unido a la Cátedra de san Pedro" (Ep. 16).
San Jerónimo, obviamente, no descuida el aspecto ético. Más aún, con frecuencia reafirma el deber de hacer que la vida concuerde con la Palabra divina, y sólo viviéndola encontramos también la capacidad de comprenderla. Esta coherencia es indispensable para todo cristiano y particularmente para el predicador, a fin de que no lo pongan en aprieto sus acciones, cuando contradicen el contenido de sus palabras.
Así exhorta al sacerdote Nepociano: "Que tus acciones no desmientan tus palabras, para que no suceda que, cuando prediques en la Iglesia, alguien en su interior comente: "¿por qué entonces tú no actúas así?" ¡Qué curioso maestro el que, con el estómago lleno, diserta sobre el ayuno! Incluso un ladrón puede criticar la avaricia; pero en el sacerdote de Cristo la mente y la palabra deben ir de acuerdo" (Ep. 52, 7).
En otra carta, san Jerónimo reafirma: "La persona que se siente condenada por su propia conciencia, aunque tenga una espléndida doctrina, debería avergonzarse" (Ep. 127, 4). También con respecto a la coherencia, observa: el Evangelio debe traducirse en actitudes de auténtica caridad, pues en todo ser humano está presente la Persona misma de Cristo. Por ejemplo, dirigiéndose al presbítero Paulino —que después llegó a ser obispo de Nola y santo—, san Jerónimo le da este consejo: "El verdadero templo de Cristo es el alma del fiel: adorna este santuario, embellécelo, deposita en él tus ofrendas y recibe a Cristo. ¿Qué sentido tiene decorar las paredes con piedras preciosas, si Cristo muere de hambre en la persona de un pobre?" (Ep. 58, 7).
San Jerónimo concreta: es necesario "vestir a Cristo en los pobres, visitarlo en los que sufren, darle de comer en los hambrientos, acogerlo en los que no tienen una casa" (Ep. 130, 14). El amor a Cristo, alimentado con el estudio y la meditación, nos permite superar todas las dificultades: "Si amamos a Jesucristo y buscamos siempre la unión con él, nos parecerá fácil incluso lo que es difícil" (Ep. 22, 40).»
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Para consultar temas sobre Lectio Divina, qué es y cómo practicarla, te sugiero entrar en:
http://www.lectioapuntes.wordpress.com/

domingo, 19 de septiembre de 2010

Beato John Henry Cardinal Newman

Beato John Henry Cardinal Newman

Hoy en Birmingham, en la Eucaristía de este domingo 19 de setiembre, el Papa Benedicto XVI beatificó al cardenal Newman. Como día para celebrarlo estableció el 9 de octubre. Esta es también la fecha del cumple de nuestro querido hermano Carlos, hermano en la familia de sangre, “para los íntimos” -como se dice- Arlit, así mismo se me viene pronto su especial recuerdo y afecto a nuestros antepasados ingleses, entre otros, que conforman también la enriquecida identidad familiar, los White. Qué feliz coincidencia, qué bueno para él este nuevo patrono, fuerte en el intelecto, y a la vez orante de profunda fe y cálido y diligente pastor, inscrito en la tradición de santos de la iglesia de la isla que como dice el Papa, son de “delicada erudición, profunda sabiduría humana y amor intenso por el Señor”. Encuentran aquí una reflexión orada, breve, del nuevo Beato sobre Dios que es el amor, God is love y también un par de párrafos de la Homilía de la Misa de Beatificación, de hoy.

Párrafos de la Homilía de Benedicto XVI en la Misa de Beatificación del Cardenal Newman.
Cofton Park de Rednal - Birmingham. Domingo 19 de setiembre de 2010.

El lema del Cardenal Newman, cor ad cor loquitur, “el corazón habla al corazón”, nos da la perspectiva de su comprensión de la vida cristiana como una llamada a la santidad, experimentada como el deseo profundo del corazón humano de entrar en comunión íntima con el Corazón de Dios. Nos recuerda que la fidelidad a la oración nos va transformando gradualmente a semejanza de Dios. Como escribió en uno de sus muchos hermosos sermones, «el hábito de oración, la práctica de buscar a Dios y el mundo invisible en cada momento, en cada lugar, en cada emergencia –os digo que la oración tiene lo que se puede llamar un efecto natural en el alma, espiritualizándola y elevándola. Un hombre ya no es lo que era antes; gradualmente... se ve imbuido de una serie de ideas nuevas, y se ve impregnado de principios diferentes» (Sermones Parroquiales y Comunes, IV, 230-231). El Evangelio de hoy afirma que nadie puede servir a dos señores (cf. Lc 16,13), y el Beato John Henry, en sus enseñanzas sobre la oración, aclara cómo el fiel cristiano toma partido por servir a su único y verdadero Maestro, que pide sólo para sí nuestra devoción incondicional (cf. Mt 23,10). Newman nos ayuda a entender en qué consiste esto para nuestra vida cotidiana: nos dice que nuestro divino Maestro nos ha asignado una tarea específica a cada uno de nosotros, un “servicio concreto”, confiado de manera única a cada persona concreta: «Tengo mi misión», escribe, «soy un eslabón en una cadena, un vínculo de unión entre personas. No me ha creado para la nada. Haré el bien, haré su trabajo; seré un ángel de paz, un predicador de la verdad en el lugar que me es propio... si lo hago, me mantendré en sus mandamientos y le serviré a Él en mis quehaceres» (Meditación y Devoción, 301-2).


El servicio concreto al que fue llamado el Beato John Henry incluía la aplicación entusiasta de su inteligencia y su prolífica pluma a muchas de las más urgentes “cuestiones del día”. Sus intuiciones sobre la relación entre fe y razón, sobre el lugar vital de la religión revelada en la sociedad civilizada, y sobre la necesidad de un educación esmerada y amplia fueron de gran importancia, no sólo para la Inglaterra victoriana. Hoy también siguen inspirando e iluminando a muchos en todo el mundo. Me gustaría rendir especial homenaje a su visión de la educación, que ha hecho tanto por formar el ethos que es la fuerza motriz de las escuelas y facultades católicas actuales. Firmemente contrario a cualquier enfoque reductivo o utilitarista, buscó lograr unas condiciones educativas en las que se unificara el esfuerzo intelectual, la disciplina moral y el compromiso religioso. El proyecto de fundar una Universidad Católica en Irlanda le brindó la oportunidad de desarrollar sus ideas al respecto, y la colección de discursos que publicó con el título La Idea de una Universidad sostiene un ideal mediante el cual todos los que están inmersos en la formación académica pueden seguir aprendiendo. Más aún, qué mejor meta pueden fijarse los profesores de religión que la famosa llamada del Beato John Henry por unos laicos inteligentes y bien formados: «Quiero un laicado que no sea arrogante ni imprudente a la hora de hablar, ni alborotador, sino hombres que conozcan bien su religión, que profundicen en ella, que sepan bien dónde están, que sepan qué tienen y qué no tienen, que conozcan su credo a tal punto que puedan dar cuentas de él, que conozcan tan bien la historia que puedan defenderla» (La Posición Actual de los Católicos en Inglaterra, IX, 390). Hoy, cuando el autor de estas palabras ha sido elevado a los altares, pido para que, a través de su intercesión y ejemplo, todos los que trabajan en el campo de la enseñanza y de la catequesis se inspiren con mayor ardor en la visión tan clara que el nos dejó.

* * *
God is Love
Jesus saith to him, Lovest thou Me more than these?

1. THOU askest us to love Thee, O my God, and Thou art Thyself Love. There was one attribute of Thine which Thou didst exercise from eternity, and that was Love. We hear of no exercise of Thy power whilst Thou wast alone, nor of Thy justice before there were creatures on their trial; nor of Thy wisdom before the acts and works of Thy Providence; but from eternity Thou didst love, for Thou art not only One but Three. The Father loved from eternity His only begotten Son, and the Son returned to Him an equal love. And the Holy Ghost is that love in substance, wherewith the Father and the Son love one another. This, O Lord, is Thine ineffable and special blessedness. It is love. I adore Thee, O my infinite Love!

2. And when Thou hadst created us, then Thou didst but love more, if that were possible. Thou didst love not only Thy own Co-equal Self in the multiplied Personality of the Godhead, but Thou didst love Thy creatures also. Thou wast love to us, as well as Love in Thyself. Thou wast love to man, {373} more than to any other creatures. It was love that brought Thee from heaven, and subjected Thee to the laws of a created nature. It was love alone which was able to conquer Thee, the Highest—and bring Thee low. Thou didst die through Thine infinite love of sinners. And it is love, which keeps Thee here still, even now that Thou hast ascended on high, in a small tabernacle, and under cheap and common outward forms. O Amor meus, if Thou wert not infinite Love, wouldest Thou remain here, one hour, imprisoned and exposed to slight, indignity, and insult? O my God, I do not know what infinity means—but one thing I see, that Thou art loving to a depth and height far beyond any measurement of mine.

3. And now Thou biddest me love Thee in turn, for Thou hast loved me. Thou wooest me to love Thee specially, above others. Thou dost say, "Lovest thou Me more than these?" O my God, how shameful that such a question need be put to me! yet, after all, do I really love Thee more than the run of men? The run of men do not really love Thee at all, but put Thee out of their thoughts. They feel it unpleasant to them to think of Thee; they have no sort of heart for Thee, yet Thou hast need to ask me whether I love Thee even a little. Why should I not love Thee much, how can I help loving Thee much, whom Thou hast brought so near to Thyself, whom Thou hast so wonderfully chosen out of the world to be Thy own special servant and son? Have I not cause to love Thee abundantly more than others, though all ought to love Thee? I {374} do not know what Thou hast done for others personally, though Thou hast died for all—but I know what Thou hast done specially for me. Thou hast done that for me, O my love, which ought to make me love Thee with all my powers.

sábado, 11 de septiembre de 2010

El perdón de Asís

Visión de san Francisco de Asís

Aunque ya pasó, con su viva celebración, el 2 de agosto, felizmente posteo aquí lo referido a la Indulgencia de la Porciúncula que deseaba hacer antes de aquella fecha.

En el Diploma de fr Teobaldo, obispo de Asís (1296-1329), del 1310, se testimonia el origen de esta indulgencia. En síntesis allí, y en otros relatos, se dice que una noche del año 1216 Francisco se encontraba en la Porciúncula inmerso en oración, cuando de pronto llenó la iglesita una vivísima luz y él vio sobre el altar a Cristo y su Madre Santísima, rodeados por una multitud de ángeles.
Ellos le preguntaron qué cosa deseaba para la salvación de los hombres. La respuesta de Francisco fue inmediata: "te ruego, que todos aquellos que, arrepentidos y confesados, vengan a visitar esta iglesia, obtengan el amplio y generoso perdón, con una completa remisión de todas las culpas".
"Lo que tú pides, hermano Francisco, es grande -le dijo el Señor-, pero de mayores cosas eres digno y mayores tendrás. Así que atiendo tu oración, pero a condición de que tú pidas a mi vicario en la tierra, de parte mía, esta indulgencia".
Francisco acompañado por fray Masseo de Marignano se presentó inmediatamente al Pontífice Honorio III que por entonces se encontraba en Peruggia. El Papa lo recibió y lo escuchó con atención. A la pregunta "Francisco, ¿por cuántos años quieres esta indulgencia?" el santo respondió: "Santo Padre, quiera su Santidad no darme a mí años, sino almas"; y continuó “Quiero, si le parece bien, que todo el que venga a esta iglesia confesado y arrepentido, sea absuelto de todos sus pecados, de culpa y de pena, en el cielo y en la tierra, desde el día de su bautismo hasta el día en que entre en la iglesia”. A la objeción del Papa el santo responde: “Lo que pido, no es de parte mía, sino de parte de Aquel que me ha mandado, nuestro Señor Jesucristo”. Y el Papa concluyó “Nos parece bien que la recibas”.
Antes de este diploma ya por el 1279 fray Pedro de Juan Olivi a la pregunta “¿Es conveniente creer que haya sido concedida una indulgencia plenaria en la iglesia de santa María de los Ángeles, en la cual fue fundada la Orden de los Hermanos Menores?” decía “Respondo que esto era convenientísimo hacer y por nosotros creerlo. Y esto resulta de varios argumentos que concurren en el hecho, esto es: la dignidad del que lo solicitó; la utilidad de los fieles; la sublimidad del estado evangélico ligado a la Porciúncula, la evidente dignidad de fe de los testimonios, la magnificencia altísima del concedente, el sumo pontífice”. Agrega más adelante que quién la había solicitado, san Francisco, se había hecho semejante a Cristo; el lugar, Santa María de la Porciúncula, dedicado a la Madre de Dios, reparado por san Francisco, era el lugar “donde fue revelado el estado de vida de Cristo, el apostólico”; lugar magnificado por las revelaciones y la frecuente presencia de la divinidad; la simplicidad y humildad del modo con el que esta indulgencia fue solicitada, concedida y promulgada, como acto de excesiva piedad y caridad, en un empeño de propagación de la fe, lejos de la intención de procurar ganancias lucrando con algo sagrado –libre de toda simonía, que por entonces preocupaba mucho-. Fue concedida en una época en la que se multiplicaba el pecado. De aquí la gran utilidad al pueblo que se veía por la indulgencia alentado a acudir a la confesión, al arrepentimiento y enmendación de sus pecados y en el lugar donde a través de Francisco y Clara fue revelado el estado de vida evangélico tan conveniente para ese tiempo. En la Porciúncula había una consonancia como el lugar de indulgencia y el lugar de la revelación del estado de vida según el Evangelio. Este estado de vida aparecía allí ante el corazón y los ojos con toda su belleza. Era evidente que este estado provenía a los hermanos por disposición del Espíritu Santo, ya que Cristo había dicho “Felices los pobres porque de ellos es el reino de los cielos”. Las argumentaciones de fray Pedro, teólogo francés, continúan. Lo cierto es que la indulgencia es percibida como una gracia sobreabundante la que revela el estado de vida de Francisco y sus hermanos en aquel lugar y la generosa efusión del perdón para todos en la iglesita.

Del fervoroso deseo de Francisco -fruto de su íntima comunión con Cristo pobre y humilde en el Misterio de la cruz y encendido en el Amor salvador del Señor- suscitado en él por el Espíritu y atendido por el Padre de las misericordias en el proceso narrado arriba desde la visión en adelante, nació entonces el Perdón de Asís accesible a todos, especialmente a los más pobres, que no podían hacer las largas, peligrosas y costosas peregrinaciones a los grandes santuarios de aquel entonces para obtener esta gracia.
Hoy por hoy se puede ganar este “perdón” en cualquier iglesia parroquial de nuestro país a partir del mediodía del 1 de agosto y durante todo el 2 de agosto de cada año, que es el día que celebramos a Ntra. Sra. de los Ángeles de la Porciúncula titular de la iglesita en Asís; puede también el Obispo de un lugar adecuar la fecha si lo aconseja la utilidad de los fieles. En la Porciúncula misma se puede obtener la indulgencia todos los días del año para quienes la visiten, y como en el caso anterior, con las condiciones exigidas y haciendo las obras requeridas.

Sobre las indulgencias leamos lo que Juan Pablo II nos decía en un párrafo del n 10 de la Bula Incarnationis Mysterium con la que convocaba al jubileo del 2000, que nos ayudará también a comprender el fruto de la indulgencia.

Todo viene de Cristo, pero como nosotros le pertenecemos, también lo que es nuestro se hace suyo y adquiere una fuerza que sana. Esto es lo que se quiere decir cuando se habla del « tesoro de la Iglesia », que son las obras buenas de los santos. Rezar para obtener la indulgencia significa entrar en esta comunión espiritual y, por tanto, abrirse totalmente a los demás. En efecto, incluso en el ámbito espiritual nadie vive para sí mismo. La saludable preocupación por la salvación de la propia alma se libera del temor y del egoísmo sólo cuando se preocupa también por la salvación del otro. Es la realidad de la comunión de los santos, el misterio de la « realidad vicaria », de la oración como camino de unión con Cristo y con sus santos. Él nos toma consigo para tejer juntos la blanca túnica de la nueva humanidad, la túnica de tela resplandeciente de la Esposa de Cristo.
Esta doctrina sobre las indulgencias enseña, pues, en primer lugar « lo malo y amargo que es haber abandonado a Dios (cf. Jr 2, 19). Los fieles, al ganar las indulgencias, advierten que no pueden expiar con solas sus fuerzas el mal que al pecar se han infligido a sí mismos y a toda la comunidad, y por ello son movidos a una humildad saludable ». Además, la verdad sobre la comunión de los santos, que une a los creyentes con Cristo y entre sí, nos enseña lo mucho que cada uno puede ayudar a los demás —vivos o difuntos— para estar cada vez más íntimamente unidos al Padre celestial.

Acudamos así mismo a un texto de nuestra Iglesia, de la Penitenciaria Apostólica, para conocer las indicaciones generales sobre la indulgencia:
INDICACIONES DE ÍNDOLE GENERAL SOBRE LAS INDULGENCIAS
1. El «Código de derecho canónico» (c. 992) y el «Catecismo de la Iglesia católica» (n. 1471), definen así la indulgencia: «La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos».
2. En general, para lucrar las indulgencias hace falta cumplir determinadas condiciones (las enumeramos en los números 3 y 4) y realizar determinadas obras.
3. Para lucrar las indulgencias, tanto plenarias como parciales[1], es preciso que, al menos antes de cumplir las últimas exigencias de la obra indulgenciada, el fiel se halle en estado de gracia.
4. La indulgencia plenaria sólo se puede obtener una vez al día. Pero, para conseguirla, además del estado de gracia, es necesario que el fiel
- tenga la disposición interior de un desapego total del pecado, incluso venial;
- se confiese sacramentalmeпte de sus pecados;
- reciba la sagrada Eucaristía (ciertamente, es mejor recibirla participando en la santa Misa, pero para la indulgencia sólo es necesaria la sagrada Comunión);
- ore según las intenciones del Romano Pontífice.
5. Es conveniente, pero no necesario, que la confesión sacramental, y especialmente la sagrada Comunión y la oración por las intenciones del Papa, se hagan el mismo día en que se realiza la obra indulgenciada; pero es suficiente que estos sagrados ritos y oraciones se realicen dentro de algunos días (unos veinte) antes o después del acto indulgenciado. La oración según la mente del Papa queda a elección de los fieles, pero se sugiere un «Padrenuestro» y un «Avemaría». Para varias indulgencias plenarias basta una confesión sacramental, pero para cada indulgencia plenaria se requiere una distinta sagrada Comunión y una distinta oración según la mente del Santo Padre.
6. Los confesores pueden conmutar, en favor de los que estén legítimamente impedidos, tanto la obra prescrita como las condiciones requeridas (obviamente, excepto el desapego del pecado, incluso venial).
7. Las indulgencias siempre son aplicables o a sí mismos o a las almas de los difuntos, pero no son aplicables a otras personas vivas en la tierra.

En nuestro caso las obras consisten en dos oraciones, el Padrenuestro y el Credo.

[1] "La indulgencia es parcial o plenaria según libere de la pena temporal debida por los pecados en parte o totalmente".

Para comprender mejor lo de pena temporal, que nos interesa aquí, consultemos el Catecismo de la Iglesia Católica al respecto:
Las penas del pecado
1472 Para entender esta doctrina y esta práctica de la Iglesia (la indulgencia) es preciso recordar que el pecado tiene una doble consecuencia. El pecado grave nos priva de la comunión con Dios y por ello nos hace incapaces de la vida eterna, cuya privación se llama la "pena eterna" del pecado. Por otra parte, todo pecado, incluso venial, entraña apego desordenado a las criaturas que es necesario purificar, sea aquí abajo, sea después de la muerte, en el estado que se llama Purgatorio. Esta purificación libera de lo que se llama la "pena temporal" del pecado. Estas dos penas no deben ser concebidas como una especie de venganza, infligida por Dios desde el exterior, sino como algo que brota de la naturaleza misma del pecado. Una conversión que procede de una ferviente caridad puede llegar a la total purificación del pecador, de modo que no subsistiría ninguna pena.
1473 El perdón del pecado y la restauración de la comunión con Dios entrañan la remisión de las penas eternas del pecado. Pero las penas temporales del pecado permanecen. El cristiano debe esforzarse, soportando pacientemente los sufrimientos y las pruebas de toda clase y, llegado el día, enfrentándose serenamente con la muerte, por aceptar como una gracia estas penas temporales del pecado; debe aplicarse, tanto mediante las obras de misericordia y de caridad, como mediante la oración y las distintas prácticas de penitencia, a despojarse completamente del "hombre viejo" y a revestirse del "hombre nuevo".
Sobre estas penas temporales que permanecen viene el beneficio de la indulgencia.

Finalmente el Calendario Litúrgico de la Conferencia Episcopal Argentina dice:

El día 2 [de agosto] o en otro día que para utilidad de los fieles ha de ser establecido por el Ordinario, se puede ganar en las iglesias parroquiales la indulgencia plenaria de la “Porciúncula”. La obra prescrita para ganar dicha indulgencia es la piadosa visita de la iglesia en la cual se rezarán la oración dominical (Padre nuestro) y el símbolo de la fe (Credo). Se debe agregar la confesión sacramental, la comunión eucarística y una oración según las intenciones del Papa. Esta indulgencia se puede ganar una sola vez. La visita a la iglesia puede hacerse desde el mediodía del día anterior hasta la medianoche del día establecido.
La oración por las intenciones del Papa la solemos hacer rezando un Padre nuestro, tres Avemarías y el Gloria.

En una próxima entrada comentaré el sacramento de la Penitencia al que la indulgencia está estrechamente ligado.

viernes, 30 de julio de 2010

La Porciúncula - Asís


La capilla esta situada en una zona denominada "Portiuncula", cerca de Asís en la Umbría, Italia. Abandonada por mucho tiempo, fue restaurada por san Francisco (1207).
Aquí emprendió claramente su vocación y dio origen a la Orden de los Hermanos Menores, los franciscanos, en el 1209, confiándola a la protección de la Virgen Madre de Cristo, a quien le ha sido dedicada la iglesita en la advocación de santa María de los Ángeles.
Recibió de los Benedictinos como regalo el lugar y la capilla para hacerlos centro de su nueva familia religiosa.
El 28 de marzo de 1211 Clara de Favarone de Offreduccio, recibió en esta capilla de manos de san Francisco el hábito religioso, quien le cortó los cabellos entrada la noche del domingo de Ramos, dando inicio a la Orden de las Damas Pobres (Clarisas).
En el 1216, en una visión, Francisco obtuvo del mismo Jesús la indulgencia conocida como "la indulgencia de la Porciúncula" o "el Perdón de Asís", la cual fue aprobada por el papa Honorio III. De la indulgencia nos ocuparemos en la próxima entrada.
En la Porciúncula, que fue y es el centro del franciscanismo, san Francisco reunía cada año a sus frailes en los capítulos (reuniones generales), para discutir la Regla, y para reencontrar el fervor y partir de nuevo a anunciar el Evangelio por el mundo entero.

Basílica de santa María de los Ángeles - Asís

A los pies de la colina de Asís, se yergue solemne y majestuosa, la Basílica Patriarcal de Santa María de los Ángeles en la Porciúncula, construída para engarzar algunos lugares santos de la vida y la muerte de San Francisco de Asís. Al fondo de la imagen, en la ladera de la colina, se aprecia sin detalles la ciudad de Asís.

En el centro del vasto templo renacentista se encuentra la humilde iglesita benedictina del siglo IX llamada Porciúncula, que el Santo reparó con sus propias manos (1207) y de la cual nos ocuparemos en la siguiente entrada.

La Basílica
Por orden del Papa San Pío V (1566-1572) entre el 1569 y el 1679 fue construida la gran Basílica de santa María de los Ángeles, para preservar las capillas de la Porciúncula, el Tránsito –lugar donde Francisco muere- y el Rosal –lugar donde Francisco se arrojó entre las espinas para vencer una tentación-; así como otros lugares considerados santos para la memoria de San Francisco, también con la finalidad de acoger a los peregrinos que de todas partes del mundo llegan a visitar estos lugares.

El proyecto original de Galeazzo Alessi (1512-1572) se caracterizó por una austera sencillez estructural, de acuerdo al ideal franciscano de pobreza. Los fuertes movimientos telúricos que sacudieron la región Umbra en 1832 provocaron daños gravísimos a la Basílica. Al final de un largo y complejo trabajo de restauración, dirigido por el arquitecto Luigi Poletti, la Basílica reabre al culto el 8 de septiembre de 1840.

La fachada fue completamente reelaborada de acuerdo al proyecto de Cesare Bazzani, con el intento de darle una monumentalidad digna de la importancia del Santuario. Se inaugura el 8 de junio de 1930 y se coloca en la cúspide una estatua de la Virgen en bronce dorado.

Los tiempos que corren hoy en la Orden nos vuelven, en la espiritualidad, a la sencilla pequeñez de la iglesita que Francisco recibió de los benedictinos.

miércoles, 16 de junio de 2010

Clausura del Año Sacerdotal

Santo Cura de Ars
En la extensa homilía de la Misa del viernes 11, Solemnidad de El Sagrado Corazón de Jesús, Misa de clausura del Año Sacerdotal, el Papa Benedicto XVI desarrolló una Lectio muy hermosa sobre el Salmo 23(22). Te recuerdo que de entre los 150 salmos los que van del 10(9) al 147 (146-147) tienen doble numeración. Una es del texto hebreo y la otra la de las versiones griega y latina –esta última es la que sigue la Liturgia y es la que va entre paréntesis-. De la homilía te comparto aquí un párrafo referido al final del salmo.

Salmo 23(22)


v. 5 Tú preparas ante mí una mesa, / frente a mis enemigos; / unges con óleo mi cabeza / y mi copa rebosa.


v. 6 Tu bondad y tu gracia me acompañan / a lo largo de mi vida; / y habitaré en la Casa del Señor, / por muy largo tiempo.

El párrafo de la homilía:

Al final del salmo, se habla de la mesa preparada, del perfume con que se unge la cabeza, de la copa que rebosa, del habitar en la casa del Señor. En el salmo, esto muestra sobre todo la perspectiva del gozo por la fiesta de estar con Dios en el templo, de ser hospedados y servidos por él mismo, de poder habitar en su casa. Para nosotros, que rezamos este salmo con Cristo y con su Cuerpo que es la Iglesia, esta perspectiva de esperanza ha adquirido una amplitud y profundidad todavía más grande. Vemos en estas palabras, por así decir, una anticipación profética del misterio de la Eucaristía, en la que Dios mismo nos invita y se nos ofrece como alimento, como aquel pan y aquel vino exquisito que son la única respuesta última al hambre y a la sed interior del hombre. ¿Cómo no alegrarnos de estar invitados cada día a la misma mesa de Dios y habitar en su casa? ¿Cómo no estar alegres por haber recibido de Él este mandato: “Haced esto en memoria mía”? Alegres porque Él nos ha permitido preparar la mesa de Dios para los hombres, de ofrecerles su Cuerpo y su Sangre, de ofrecerles el don precioso de su misma presencia. Sí, podemos rezar juntos juntos con todo el corazón las palabras del salmo: «Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida».

domingo, 13 de junio de 2010

Párrafo de un Sermón de san Antonio

San Antonio, ruega por nosotros!

En el himno de Laudes se hace referencia a los elementos de la imagen más difundida de san Antonio y algunos aspectos de su espiritualidad. En la lectura del Oficio podés meditar con un párrafo de uno de sus muchos Sermones.


¡Salve, Antonio, venerado
con el bello lirio blanco,
el libro del Evangelio
y el Niño Dios en los brazos!

El candor en ti reboza
del corazón a los labios,
con alma pura penetras
la luz del Verbo encarnado.

Sagrario de la Escritura
eres por el Verbo santo
martillo de la mentira
y bálsamo de apenados.

A ti los pobres se acercan
buscando pan y milagros,
porque eres pobre y sencillo,
hermano entre los hermanos.

Cristo solo es tu prodigio,
tu ciencia y poder sagrado,
Cristo es tu fe y tu deleite,
Cristo en tus brazos mostrado.

¡Honor a Cristo bendito,
presente en su pecho amado;
honor a Cristo en Antonio,
que en Cristo fue consumado! Amén.

De los sermones de san Antonio de Padua, presbítero

El que está lleno del Espíritu Santo habla diversas lenguas. Estas diversas lenguas son los diversos testimonios que da de Cristo, como por ejemplo la humildad, la pobreza, la paciencia y la obediencia, que son las palabras con que hablamos cuando los demás pueden verlas reflejadas en nuestra conducta. La palabra tiene fuerza cuando va acompañada de las obras, y, por esto, el Señor nos maldice como maldijo aquella higuera en la que no halló fruto, sino hojas tan sólo. «La norma del predicador –dice san Gregorio- es poner por obra lo que predica.» En vano se esfuerza en propagar la doctrina cristiana el que las contradice con sus obras.

Pero los apóstoles hablaban según el Espíritu les sugería. ¡Dichoso el que habla según le sugiere el Espíritu Santo y no según su propio sentir! Porque hay algunos que hablan movidos por su propio espíritu, roban las palabras de los demás y las proponen como suyas, atribuyéndoselas a sí mismos. De estos tales y otros semejantes dice el Señor por boca de Jeremías: Aquí estoy yo contra los profetas que se roban mis palabras uno a otro. Aquí estoy yo contra los profetas –oráculo del Señor- que manejan la lengua para echar oráculos. Aquí estoy yo contra los profetas de sueños falsos –oráculo del Señor-, que los cuentan para extraviar a mi pueblo, con sus embustes y jactancias. Yo no los mandé ni los envié, por eso, son inútiles a mi pueblo –oráculo del Señor-.

Hablemos, pues, según nos sugiera el Espíritu Santo, pidiéndole con humildad y devoción que infunda en nosotros su gracia, para que completemos el significado quincuagenario de Pentecostés, mediante el perfeccionamiento de nuestros cinco sentidos y la observancia de los diez mandamientos, y para que nos llenemos de la ráfaga de viento de la contrición, de manera que, encendidos e iluminados por los sagrados esplendores, podamos llegar a la contemplación del Dios uno y trino.

Basílica de san Antonio en Padua

Vista desde el patio del Noviciado.

San Antonio como otros santos franciscanos vivieron pobremente, sin embargo debido al agradecimiento de muchísimos de sus devotos, por favores recibidos gracias a su intercesión, se generan recursos que vuelven en parte en construcciones de Basílicas como ésta, podríamos pensar que expresan el "tamaño" de su actividad y de su santidad recibidas por el pueblo. Lugares que se convierten en ambientes acogedores para la oración; también permiten el desarrollo en estos santuarios de tareas de solidaridad, de promoción y asistencia a los más necesitados, la oración y la caridad ciertamente nos ayudan a ser más hermanos. Prolongan estos edificios, que a su vez son comunidades vivas, después de su muerte y misteriosamente la actividad -al menos en algunos de sus aspectos- que el santo tuvo en vida, la institucionalizan. Por la gracia del Espíritu que los animó siguen así acercando a los hombres entre ellos y ellos a Dios, aunque quizá no pensarían en semejantes estructuras.

Datos de su vida: nació en Lisboa a fines del siglo XII. Ingresó entre los canónigos regulares de san Agustín. Luego de ordenarse de sacerdote, pasó a los franciscanos –Orden de los Hermanos Menores- deseoso de misionar entre los pueblos de África pero no logro su intento. Estaba destinado a desplegar su apostolado y cosechar abundante fruto en varias regiones del sur de Francia y en Italia, por entonces tierra de herejías. Fue el primer profesor de teología de la orden franciscana. Escribió sermones llenos de ciencia, elegancia y unción. Murió en Padua en 1231. Lo canonizó Gregorio IX en 1232 y Pío XII lo proclamó doctor de la Iglesia con el título de «Evangélico».

Responsorio de san Antonio

El pan de san Antonio.

En el día de la fiesta de san Antonio de Padua les comparto aquí el conocido “Responsorio de san Antonio”. Oración compuesta por fray Julián de Spira en su honor. Refleja la fama de taumaturgo ganada por san Antonio debida a la cantidad de milagros que reconocieron hizo a los devotos poco después de su muerte y podríamos decir se mantiene de alguna manera hasta hoy. El responsorio forma parte del Officium rhythmicum s. Antonii de 1233. El Responsorio fue más tarde formalmente atribuído a san Buenaventura.

Si buscas milagros, mira
muerte y error desterrados,
miseria y demonio huidos,
leprosos y enfermos sanos

El mar sosiega su ira,
redímense encarcelados,
miembros y bienes perdidos
recobran mozos y ancianos.

El peligro se retira,
los pobres van remediados;
cuéntenlo los socorridos,
díganlo los paduanos.

El mar sosiega su ira,
redímense encarcelados,
miembros y bienes perdidos
recobran mozos y ancianos.

Gloria al Padre, gloria al Hijo
y gloria al Espíritu Santo.

El mar sosiega su ira,
redímense encarcelados,
miembros y bienes perdidos
recobran mozos y ancianos.

R. Ruega a Cristo por nosotros, Antonio glorioso y santo.
V. Para que dignos así de sus promesas seamos.

Oremos
Oh Dios, que la devota conmemoración de san Antonio, confesor y doctor evangélico, llene de júbilo a tu Iglesia, para que regalada con tu auxilio, merezca gozar las alegrías eternas. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

Si quaeris miracula,
Mors, error calamitas,
Daemon, lepra fugiunt,
Aegri surgunt sani.

Antifona:
Cedunt mare, vincula:
Membra resque, perditas
Petunt et accipiunt
Iuvenes et cani.

Pereunt pericula,
Cessat et necessitas:
Narrent hi, qui sentiunt,
Dicant Paduani.

Antifona:
Cedunt mare, vincula:
Membra resque, perditas
Petunt et accipiunt
Iuvenes et cani.

Gloria Patri et Filio
et Spiritui Sancto.

Antifona:
Cedunt mare, vincula:
Membra resque, perditas
Petunt et accipiunt
Iuvenes et cani.

V. Ora pro nobis, beate Antoni,
R. Ut digni efficiamur promissionibus Christi.

Oremus:
Ecclesiam tuam, Deus, beati Antonii Confessoris tui commemoratio votiva laetificet, ut spiritualibus semper muniatur auxiliis et gaudiis perfrui mereatur aeternis. Per Christum Dominum nostrum. Amen.