sábado, 30 de marzo de 2013

¡Sí, verdaderamente ha resucitado!

¡Felices Pascuas de Resurrección!

Cristo Resucitado

La alegría que emana el corazón desde tan adentro nos ayude a hacer de nuestros días cielos nuevos y tierra nueva para nosotros, en nuestras familias y fraternidades; en nuestra Nación y en nuestra Iglesia.
Compartamos parte de la Carta del Ministro General de los Menores (dos párrafos discontínuos) de este año y de la Cuarta Carta de Clara a Inés de Praga como expresiones pascuales, entre tantas otras gozosas y hondas como éstas, de nuestras Ordenes, de nuestra Iglesia.

“¡Sí, verdaderamente ha resucitado!”
Siempre me impresionó que los cristianos orientales en este período se saludan con estas palabras: “¡Cristo ha resucitado!”, a lo que se responde “¡Sí, verdaderamente ha resucitado!” Sí, ha resucitado. Esta confesión de fe la hacemos en esta ocasión en el contexto del Año de la fe, querido por Benedicto XVI “para que la Iglesia renueve el entusiasmo de creer en Jesucristo, único salvador del mundo, reavive la alegría de caminar por el camino que nos ha indicado; y testimonie de modo concreto la fuerza trasformadora de la fe” (Benedicto XVI, Audiencia 17/10/2012).
  
La fe: adhesión a Cristo y a la Iglesia.
Intentando sintetizar al máximo pienso que una palabra que podría ayudarnos a responder a la pregunta ¿qué es la fe? es adhesión: Adhesión cordial a una persona, la persona de Cristo, y adhesión gozosa a unos contenidos, los que la Iglesia nos propone en el Credo y a través del Magisterio. La adhesión a la persona de Jesucristo, esencial en la vida de un creyente, comporta un encuentro personal con Jesús a través de una vida intensa de oración, de una rica vida sacramental, y de la Lectura orante de la Palabra. Hemos de ser muy conscientes de que en el campo de la fe nos lo jugamos todo en el encuentro con la persona de Jesús. Sin ese encuentro nuestra adhesión será a una idea o ideología, nunca a una persona o a una forma de vida. Por otra parte la adhesión a los contenidos de fe que nos presenta la Iglesia comporta el conocimiento de dichos contenidos y una reflexión profunda sobre ellos, así como una visión de fe sobre la misma Iglesia. No se trata de profesar “mi fe”, sino de hacer mía la fe de la Iglesia, lo que se traduce en obediencia caritativa (cf. Adm 3, 6) y en asentimiento, “con la inteligencia y la voluntad a lo que propone la Iglesia” (PF 10; Dei Verbum 5; Dei Filius III). Hago mía la invitación del último Sínodo a reanimar nuestro entusiasmo de pertenecer a la Iglesia (cf. Instrumentum Laboris 87). Solo desde este entusiasmo podremos “restaurarla”, como hizo Francisco. (De la Carta del Ministro General de la Orden de los Hermanos Menores. Domingo de Pascua en la Resurrección del Señor. 2013)
www.ofm.org


Dime: ¿Quién no se alegraría de gozos tan envidiables? [la vocación y la vida santa de Inés de Praga]. Pues alégrate también tú siempre en el Señor, carísima, y no te dejes envolver por ninguna tiniebla ni amargura, oh señora amadísima en Cristo, alegría de los ángeles y corona de las hermanas. Fija tu mente en el espejo de la eternidad, fija tu alma en el esplendor de la gloria, fija tu corazón en la figura de la divina sustancia, y transfórmate toda entera, por la contemplación, en imagen de su divinidad. Así experimentarás también tú lo que experimentan los amigos al saborear la dulzura escondida que el mismo Dios ha reservado desde el principio para sus amadores. Deja de lado absolutamente todo lo que en este mundo engañoso e inestable tiene atrapados a sus ciegos amadores, y ama totalmente a quien totalmente se entregó por tu amor: a Aquel cuya hermosura admiran el sol y la luna, cuyos premios no tienen límites ni por su número ni por su preciosidad ni por su grandeza; a Aquel -te digo- Hijo del Altísimo, dado a luz por la Virgen, la cual siguió virgen después del parto. Adhiérete a su Madre dulcísima, que engendró un tal Hijo: los cielos no lo podían contener, y ella, sin embargo, lo llevó en el pequeño claustro de su vientre sagrado, y lo formó en su seno de doncella. (De la IV Carta de santa Clara de Asís a santa Inés de Praga nn 9-19.)
www.franciscanos.net

viernes, 29 de marzo de 2013

Saludo de Card Comastri a Papa Francisco

Parroquia Santa Ana - Vaticano

Casi escondida sobre la Vía de la Puerta Angélica, que lleva hacia la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, se encuentra una Iglesia que guarda dentro de sí un encanto que conmueve, y una gran riqueza espiritual y cultural. Se trata de la Iglesia Pontificia de Santa Ana, única Parroquia de la Santa Sede, que es conocida como "Parroquia Frontera", ya que está situada en una de las entradas vehiculares que llevan de Roma al interior del Vaticano y es custodiada por la Guardia Suiza.

En esta Parroquia, el pasado domingo 17 de marzo y antes de su primer Angelus en la Plaza de san Pedro, Papa Francisco celebró la Eucaristía. Al final de la Misa el Card. Angelo Comastri, dirigió breves palabras de saludo, puestas más abajo, a Papa Francisco. Contó entonces una hermosa experiencia que tuvo cuando Papa Francisco dirigía su primer saludo a los hermanos presentes allí y a todo el mundo, desde la Logia en la plaza de san Pedro.

Card Comastri-Papa Francisco-Guido Marini

Saludo del Card Angelo Comastri a Papa Francisco:

Padre Santo en estos días hemos escuchado el viento de Pentecostés que ha sacudido las paredes de nuestra alma. Cuando el pasado miércoles a las 19.05, miré el reloj, usted dijo me llamaré Francesco, usted debería haber visto los rostros de los cardenales: ¡desde hace dos mil años no había sucedido que un papa se llamase Francisco! Quién estaba a su lado le pregunto: “¿Cómo ha dicho? «Francisco» [respondió] ¿¡ Francisco!?” Y todos pasaban la voz, poco a poco, a todos los cardenales: “¡Tenemos un papa Francisco!”.
A mí personalmente, me vino enseguida a la mente un episodio. El 17 de septiembre de 1993 Juan Pablo II fue a la Verna, yo era obispo en Toscana y los obispos de la Toscana fuimos a recibirlo. En el gran refectorio de la Verna al terminar la comida, Juan Pablo II conversando con los frailes y con nosotros los obispos dijo: “aquí en la Verna y en Asís nació el franciscanismo pero de alguna manera ha renacido el cristianismo, reencontrando la simplicidad y el fervor de los inicios”. Es lo que está sucediendo padre Santo, reencontrando la simplicidad y el fervor de los inicios.
Además, aquel día de la elección cuando estuvimos en la Logia, cuando usted se asomó para el primer saludo, otros cardenales nos encontrábamos en las logias laterales; los altavoces estaban dirigidos hacia la plaza por lo cual nosotros no veíamos nada ni tampoco escuchábamos nada. Después vimos a la gente en completo silencio haciendo oración, no habíamos entendido la invitación, preguntábamos, pero ¿qué ha sucedido?, ¡cuando de repente se quedaron todos callados! Cuando salí pregunté ¿qué ha sucedido? Le pregunté al primero que encontré, creo que era un operador del Centro de Televisión, me dijo “¿no sabe lo que sucedió? El Papa le pidió a la gente «oren por mí» y se inclinó para recibir las oraciones de la gente”. Y agregó: “sabe que yo sentí el perfume de Belén, el perfume del Evangelio” y dos lágrimas cayeron de los ojos -y yo me conmuevo fácilmente- cayeron también de mis ojos.
Padre Santo, el mundo espera el perfume de Belén, el perfume del Evangelio. Llene la Iglesia del perfume del Evangelio que es el perfume de Jesús, evidentemente. Nosotros lo seguiremos, Gracias.

jueves, 28 de marzo de 2013

Card. Ortega y manuscrito de Papa Francisco

Card. Jaime Ortega y Papa Francisco

El Cardenal Jaime Ortega, Arzobispo de la Habana, compartió durante la Homilía de la Misa que concelebró el sábado 23 de marzo pasado, en su Catedral, un manuscrito que Papa Francisco, entonces Cardenal Bergoglio, le entregara con la síntesis sobre lo expuesto por él en una Congregación General previa al Cónclave. Finalizada aquella intervención –que le “pareció, magistral, esclarecedora, comprometedora y cierta”- el Card. Ortega se acercó a solicitarle el texto escrito. Como el Card. Bergoglio desarrolló la exposición “sin papel”, no pudo complacerlo. Pero posteriormente, “con delicadeza extrema” como dijo el Card. Ortega, redactó un manuscrito con la síntesis de lo que había expresado en la Congregación General complaciendo así el pedido del Cardenal cubano. Al recibirlo, éste preguntó al Card Bergoglio si podía difundir este pensamiento, le respondió que sí; lo compartió entonces, en aquellos días de discernimiento, con otros Cardenales. Electo Papa Francisco, el Card Ortega volvió a preguntarle si podía difundirlo, una vez más lo autorizó y esta vez lo compartimos aquí.

Manuscrito (fragmento)

Manuscrito*

- Se hizo referencia a la evangelización. Es la razón de ser de la Iglesia.
- “La dulce y confortadora alegría de evangelizar” (Pablo VI).
- Es el mismo Jesucristo quien, desde dentro, nos impulsa.

1.- Evangelizar supone celo apostólico.
Evangelizar supone en la Iglesia la parresía de salir de sí misma. La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no solo las geográficas, sino también las periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria.

2.- Cuando la Iglesia no sale de sí misma para evangelizar deviene autorreferencial y entonces se enferma (cfr. La mujer encorvada sobre sí misma del Evangelio). Los males que, a lo largo del tiempo, se dan en las instituciones eclesiales tienen raíz de autorreferencialidad, una suerte de narcisismo teológico.
En el Apocalipsis Jesús dice que está a la puerta y llama. Evidentemente el texto se refiere  a que golpea desde fuera la puerta para entrar… Pero pienso en las veces en que Jesús golpea desde dentro para que le dejemos salir. La Iglesia autorreferencial pretende a Jesucristo dentro de sí y no lo deja salir.

3.- La Iglesia, cuando es autorreferencial, sin darse cuenta, cree que tiene luz propia; deja de ser el mysterium lunae y da lugar a ese mal tan grave que es la mundanidad espiritual (Según De Lubac, el peor mal que puede sobrevenir a la Iglesia). Ese vivir para darse gloria los unos a otros.
Simplificando; hay dos imágenes de Iglesia: la Iglesia evangelizadora que sale de sí; la Dei Verbum religiose audiens et fidenter proclamans, o la Iglesia mundana que vive en sí, de sí, para sí.
Esto debe dar luz a los posibles cambios y reformas que haya que hacer para la salvación de las almas.

4.- Pensando en el próximo Papa: un hombre que, desde la contemplación de Jesucristo y desde la adoración a Jesucristo, ayude a la Iglesia a salir de sí hacia las periferias existenciales, que la ayude a ser la madre fecunda que vive de “la dulce y confortadora alegría de evangelizar”.

*Este texto fue tomado de:
Palabra Nueva www.palabranueva.net revista de la Arquidiócesis de la Habana

martes, 19 de marzo de 2013

Papa Francisco. Escudo y lema.


Escudo de Papa Francisco

C'est la prière, c'est le sacrifice qui font toute ma force. Ce sont mes armes invincibles! ¡La oración y el sacrificio conforman toda mi fuerza. Son mis armas invencibles! Nos dice santa Teresita de Lisieux.

San Pablo a su vez, nos dice: «... tomen la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo y mantenerse firmes después de haber superado todos los obstáculos. Permanezcan de pie, ceñidos con el cinturón de la verdad y vistiendo la justicia como coraza. Calcen sus pies con el celo para propagar la Buena Noticia de la paz. Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, con el que podrán apagar todas las flechas encendidas del Maligno. Tomen el casco de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.» (Ef 6, 13-17); «La noche está muy avanzada y se acerca el día. Abandonemos las obras propias de la noche y vistámonos con la armadura de la luz» (Rm 13,12); «Nosotros, por el contrario, seamos sobrios, ya que pertenecemos al día: revistámonos con la coraza de la fe y del amor, y cubrámonos con el casco de la esperanza de la salvación.» (1Ts 5,8)


El escudo y el lema de Papa Francisco los ves en la imagen puesta más arriba, su explicación la encuentras aquí abajo. La tomamos del sitio del Vaticano.
www.vatican.va 

ESCUDO DEL SANTO PADRE FRANCISCO: EXPLICACIÓN DEL ESCUDO Y DEL LEMA MISERANDO ATQUE ELIGENDO

EL ESCUDO

En las características esenciales, el Papa Francisco ha decidido conservar su escudo de armas anterior, elegido desde su consagración episcopal y caracterizado por una lineal simplicidad.
El escudo azul está coronado por símbolos de la dignidad pontificia, iguales a los queridos por su predecesor Benedicto XVI (mitra colocada entre llaves cruzadas de oro y de plata, unidas por un cordón rojo). En lo alto, campea el emblema de la orden de la cual proviene el Papa, la Compañía de Jesús: un sol radiante y resplandeciente cargado por las letras, en rojo, IHS, monograma de Cristo. La letra H está coronada por una cruz; debajo de esta letra, los tres clavos en negro.
Abajo, se encuentran la estrella de ocho puntas -las ocho puntas simbolizan las ocho bienaventuranzas- y la flor de nardo. La estrella, según la antigua tradición heráldica, simboliza la Virgen María, madre de Cristo y de la Iglesia; mientras la flor de nardo indica a San José, patrono de la Iglesia universal. En la tradición iconográfica hispánica, de hecho, San José es representado con un ramo de nardo en la mano. Poniendo en el escudo estas imágenes, el Papa ha querido expresar la propia y particular devoción a la Virgen Santísima y San José.

EL LEMA

El lema del Santo Padre Francisco está tomado de la Homilía de San Beda el Venerable, sacerdote (Homilía 21: CCL122, 149-151), el cual, comentando el episodio evangélico de la vocación de San Mateo, escribe: “Vidit ergo Iesus publicanum et quia miserando atque eligendo vidit, ait Illia Sequere me” (Vio Jesús un publicano y así como lo vio, con sentimiento de amor, y lo eligió, le dijo; Sígueme).
Esta homilía es un homenaje a la misericordia divina y es reproducida en la Liturgia de las Horas de la Fiesta de San Mateo (21 de setiembre). Ella reviste un significado particular en la vida y en el itinerario espiritual del Papa. De hecho, en la Fiesta de San Mateo del año 1953, el joven Jorge Mario Bergoglio experimentó, a la edad de 17 años, en un modo del todo particular, la presencia amorosa de Dios en su vida. Luego de una confesión, se sintió tocar el corazón y advirtió el descenso de la misericordia de Dios, que con mirada de tierno amor, lo llamaba a la vida religiosa, según el ejemplo de San Ignacio de Loyola.
Una vez elegido Obispo, S.E. Mons. Bergoglio, en recuerdo de tal acontecimiento que signó los inicios de su total consagración a Dios en su Iglesia, decide elegir, como lema y programa de vida, la expresión de San Beda miserando atque eligendo, que ha querido reproducir también en el propio lema pontificio.

sábado, 16 de marzo de 2013

Papa Francisco. Cómo eligió el nombre.

San Francisco de Asís

En una Audiencia con los periodistas, esta mañana, en el Aula Pablo VI del Vaticano, Papa Francisco contó cómo eligió su nombre. Esa parte de la Audiencia la encuentras aquí abajo.

Algunos no sabían por qué el Obispo de Roma ha querido llamarse Francisco. Algunos pensaban en Francisco Javier, en Francisco de Sales, también en Francisco de Asís. Les contaré la historia. En la elección, tenía junto a mí al Arzobispo emérito de San Pablo y también prefecto emérito de la Congregación para el Clero, el Cardenal Claudio Hummes: un gran amigo, ¡un gran amigo! Cuando la cosa se iba poniendo peligrosa, él me confortaba. Y cuando los votos alcanzaron los dos tercios, vino el consabido aplauso, porque ha sido elegido el Papa. Y él me abrazo, me besó, y me dijo: “¡No te olvides de los pobres!”. Y aquella palabra entró aquí [dijo “aquí” mientras tocaba con el índice de la mano derecha su frente]: los pobres, los pobres. Luego, inmediatamente, en relación a los pobres pensé en Francisco de Asís. Luego, pensé en las guerras, mientras tanto el escrutinio proseguía, hasta el último voto. Y Francisco es el hombre de la paz. Y así, ha venido el nombre, en mi corazón: Francisco de Asís. Es para mí el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y cuida la creación [se entusiasma cuando dice lo de la creación]; en este tiempo también nosotros tenemos con la creación una relación no muy buena ¿no? Y el hombre que nos da este espíritu de paz, el hombre pobre… ¡Ah, como quisiera una Iglesia pobre y para los pobres! Luego algunos vinieron con sugerencias graciosas. “Pero, deberías llamarte Adrián, porque Adrián VI ha sido reformador, es necesario reformar…” [lo dice con gesto severo]. Otro me dijo: “No, no: tu nombre debe ser Clemente”. “Pero, ¿por qué?”. “Clemente XV: ¡así te vengas de Clemente XIV que suprimió la Compañía de Jesús!” [lo dice haciendo gestos de picardía]. Son bromas [se ríe de buena gana]…

(El original en italiano fue tomado de www.vatican.va)

jueves, 14 de marzo de 2013

Papa Francisco. Primera Misa.

El Papa Francisco celebró en la Capilla Sixtina, hoy a las 17 hs de Roma -13 hs aquí en Argentina- su primera Misa. Eligió las oraciones de la Misa "por la Iglesia". Concelebraron los Cardenales electores que participaron en el Cónclave.

Las Lecturas y el Evangelio fueron: Is 2, 2-5; 1 Pt 2, 4-9; Mt 16, 13-19.


Aquí la homilía. (Original en italiano)

En estas tres Lecturas veo que hay algo en común: es el movimiento. En la primera Lectura el movimiento del camino; en la segunda Lectura, el movimiento de la edificación de la Iglesia; en la tercera, en el Evangelio, el movimiento de la confesión. Caminar, edificar, confesar*.

Caminar. «Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor» (Isaías 2,5). Esto es lo primero que Dios dijo a Abrám. Camina en mi presencia y se irreprensible (Gen 17,1). Caminar siempre, en presencia del Señor, a la luz del Señor, procurando vivir con aquella irreprochabilidad que Dios pedía a Abrám, en su promesa.

Edificar. Edificar la Iglesia. Se habla de piedras: las piedras tienen consistencia; pero piedras vivas, piedras ungidas por el Espíritu Santo. Edificar la Iglesia, la Esposa de Cristo, sobre la piedra angular que es el Señor mismo. He aquí otro movimiento de nuestra vida: edificar.

Tercero: confesar. Podemos caminar cuanto queramos, podemos edificar tantas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, la cosa no va. Llegaremos a ser una ONG piadosa, pero no la Iglesia, la Esposa del Señor. Cuando no se camina, uno se detiene. Cuando no se edifica sobre piedras ¿qué sucede? Sucede lo que sucede a los niños en la playa cuando hacen castillos de arena. Todo se viene abajo, no tiene consistencia. Cuando no se confiesa a Jesucristo, me viene la frase de León Bloy: “Quien no reza al Señor, reza al diablo”. Cuando no se confiesa a Jesucristo, se confiesa la mundanidad del diablo, la mundanidad del demonio.

Caminar, edificar-construir, confesar. Pero la cosa no es tan fácil, porque en el caminar, en el construir, en el confesar, a veces hay sacudidas, hay movimientos que no son propiamente movimientos del camino: son movimientos que nos tiran atrás.


Este Evangelio prosigue con una situación especial. El mismo Pedro que ha confesado a Jesucristo, le dice: Tú eres Cristo, el Hijo de Dios vivo. Yo te sigo, pero no hablemos de Cruz. Esto no entra. Te sigo con otras posibilidades, sin la Cruz. Cuando caminamos sin la Cruz, cuando edificamos sin la Cruz y cuando confesamos un Cristo sin Cruz, no somos discípulos del Señor: somos mundanos, somos Obispos, Sacerdotes, Cardenales, Papas, pero no discípulos del Señor.

Quisiera que todos, después de estos días de gracia, tengamos el coraje, propiamente el coraje, de caminar en presencia del Señor, con la Cruz del Señor; de edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor, que ha derramado sobre la Cruz; y de confesar la única gloria: Cristo Crucificado. Y así la Iglesia irá adelante.

Auguro a todos nosotros que el Espíritu Santo, por la oración de Ntra. Señora, nuestra Madre, nos conceda esta gracia: caminar, edificar, confesar a Jesucristo Crucificado.
Así sea.

Nota del blogger:
*Confesar = Reconocer, reconocer con la propia vida. Testimoniar.

Es bueno también hacer notar que los matices en la pronunciación, los gestos durante la predicación, las pausas y los breves silencios fueron significativos ya que creaban relieves, subrayaban algunos conceptos. No están expresados en el texto.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Papa Francisco. El Arzobispo de Buenos Aires

Papa Francisco

El Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Jorge Mario Bergoglio, es el nuevo Papa con el nombre de Francisco. Se formó en la Compañía de Jesús, es jesuita. Estamos aquí en Argentina felicísimos y agradecidos y nos sentimos ahora particularmente comprometidos con este pontificado. Acompañaremos al papa Francisco con la santidad de vida y la oración.


Se dirigió en italiano -aquí traducido al argentino- a la  multitud que colmaba la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, y nos bendijo a todos.

Bendición Urbi et Orbi: 

Hermanos y hermanas, buenas tardes.
Saben que el deber del cónclave era dar un Obispo a Roma. Parece que mis hermanos Cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo..., pero aquí estamos. Les agradezco la acogida. La comunidad diocesana de Roma tiene a su Obispo. Gracias. Y ante todo, quisiera rezar por nuestro Obispo emérito, Benedicto XVI. Oremos todos juntos por él, para que el Señor lo bendiga y la Virgen lo proteja.
(reza en italiano: Padre nuestro. Ave María. Gloria.).

Y ahora, comenzamos este camino: Obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias. Un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros. Recemos siempre por nosotros: el uno por el otro. Recemos por todo el mundo, para que haya una gran fraternidad. Deseo que este camino de Iglesia, que hoy comenzamos y en el cual me ayudará mi Cardenal Vicario, aquí presente, sea fructífero para la evangelización de esta ciudad tan hermosa. Y ahora quisiera dar la Bendición, pero antes, antes, les pido un favor: antes que el Obispo bendiga al pueblo, les pido que ustedes recen para el que Señor me bendiga: la oración del pueblo, pidiendo la Bendición para su Obispo. Hagamos en silencio esta oración de ustedes por mí....
(se inclina hacia los fieles, mientras oramos por él)

Ahora daré la Bendición a ustedes y a todo el mundo, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.


(Bendición con indulgencia plenaria. En latín. No canta)

Hermanos y hermanas, los dejo. Muchas gracias por la acogida. Recen por mí y hasta pronto. Nos veremos pronto. Mañana quisiera ir a rezar a la Virgen, para que proteja a toda Roma. Buenas noches y buen descanso.


* * *


Fumata blanca


Te damos gracias Dios inmensamente Bueno por la Iglesia. Ayúdanos a ser fieles al Amor con que nos amas. Que te agrademos siguiendo con alegría los pasos de tu Hijo, su Evangelio. Que nuestra oración y nuestra vida estén siempre inspiradas y sostenidas por tu Espíritu. Te encomendamos al Papa Francisco, Madre nuestra, que lo acompañes en todo como acompañaste a Jesús, tu hijo amado.

Segundo día por la mañana. Fumata negra.

Escribiendo en la papeleta, lo que oró y pensó en el corazón.

En el n 66 de la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis -sobre la vacante de la Sede Apostólica y la elección del Romano pontífice-, del año 1966, de Juan Pablo II se establece la modalidad del escrutinio en su segunda fase o escrutinio verdadero y propio. Aqui abajo posteo el n 66 de la UDG.

66. La segunda fase, llamada escrutinio verdadero y propio, comprende: 1) la introducción de las papeletas en la urna apropiada; 2) la mezcla y el recuento de las mismas; 3) el escrutinio de los votos. Cada Cardenal elector, por orden de precedencia, después de haber escrito y doblado la papeleta, teniéndola levantada de modo que sea visible, la lleva al altar, delante del cual están los Escrutadores y sobre el cual está colocada una urna cubierta por un plato para recoger las papeletas. Llegado allí, el Cardenal elector pronuncia en voz alta la siguiente fórmula de juramento: Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a quien, en presencia de Dios, creo que debe ser elegido. A continuación deposita la papeleta en el plato y con éste la introduce en la urna. Hecho esto, se inclina ante el altar y vuelve a su sitio.

Si alguno de los Cardenales electores presentes en la Capilla no puede acercarse al altar por estar enfermo, el último de los Escrutadores se acerca a él, previo el mencionado juramento, entrega la papeleta doblada al mismo Escrutador, el cual la lleva de manera visible al altar y, sin pronunciar el juramento, la deposita en el plato y con éste la introduce en la urna.

Fórmula del juramento en latín:
Testor Christum Dominum, qui me iudicaturus est, me eum eligere, quem secundum Deum iudico eligi debere.

* * *

Esperando los próximos escrutinios

Fumata negra

Sigamos en oración. Perseveremos, suplicantes y agradecidos al Señor -ya desde ahora- por el don que nos hace al darnos un nuevo Papa. Pidamos la asistencia del Espíritu Santo sobre los Cardenales para que alcancen la comunión en el discernimiento del nombre del hermano que según el designio amoroso y benevolente de Dios será elegido Papa para el bien de la Iglesia de hoy y el mundo y lo expresen.

martes, 12 de marzo de 2013

Cónclave, juramento. Primer escrutinio.

Respetando la precedencia,
pasan los Cardenales haciendo el juramento personal.

Pudimos escuchar, a cada uno de los 115 Cardenales electores, pronunciar en latín el siguiente Juramento en la Capilla Sixtina antes del "extra omnes" pronunciado por Mons. Guido Marini invitando a todas las otras personas a salir de la Capilla, dejándolos solos para realizar el primer escrutinio, este primero facultativo. Fumata negra fue la primera y única que se pudo ver hoy. Perseveremos en la oración.

Et ego N. Cardinális N.
spóndeo, voveo ac iuro

Et manus imponentes super Evangelium, adiungent:

Sic me Deus ádiuvet
et haec Santa Dei Evangelia,
quae manu mea tango.

En nuestra lengua

Y yo N. Cardenal N.
prometo, me obligo y juro

y poniendo la mano sobre los Evangelios, añadirá

Así Dios me ayude
y estos Santos Evangelios
que toco con mi mano.


lunes, 11 de marzo de 2013

Inicio del Cónclave

Ingreso de los Cardenales a la Capilla Sixtina

Mañana martes 12 de marzo a las 16,30 horas de Roma, 12,30 horas aquí en Argentina, dará inicio el Cónclave que tiene por misión elegir al nuevo Papa.
En el trayecto que recorrerán desde la Capilla Paulina hacia la Capilla Sixtina, y durante la procesión y el ingreso a la Capilla, los 115 Cardenales electores entonarán las Letanías de los Santos, ya en sus lugares orarán cantando con el Veni, creator Spiritus. Himno que encuentras aquí abajo en latín según la versión que figura en la sección del sitio del Vaticano dedicada al Cónclave y una traducción más abajo.
Acompañemos durante estos días, con nuestra oración, a los Cardenales.

VENI, CREATOR SPIRITUS

Veni, creátor Spíritus,
mentes tuórum vísita,
imple supérna grátia,
quae tu creásti, péctora.

Qui dicéris Paráclitus,
donum Dei altíssimi,
fons vivus, ignis, cáritas,
et spiritális unctio.

Tu septifórmis múnere,
dextrae Dei tu dígitus,
tu rite promíssum Patris,
sermóne ditans gúttura.

Accénde lumen sénsibus,
infúnde amórem córdibus,
infírma nostri córporis
virtúte firmans pérpeti.

Hostem repéllas lóngius,
pacémque dones prótinus;
ductore sic te praévio
vitémus omne nóxium.

Per te sciámus da Patrem
noscámus atque Fílium,
tu utriúsque Spíritum
credámus omni tempore.

Amen.

VENI, CREATOR SPIRITUS

Ven, Espíritu creador,
visita las mentes de los tuyos.
Llena con la gracia de lo alto,
los corazones de aquellos que tú creaste,

(tú) que eres llamado Abogado,
don de Dios altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y unción espiritual.

Tú, don en siete formas;
dedo de la diestra paterna,
tú debidamente prometido por el Padre,
enriqueces nuestras gargantas con tu lenguaje.

Enciende con tu luz nuestros sentidos,
infunde tu amor en nuestros corazones;
la debilidad de nuestro cuerpo,
la virtud afirme siempre.

Repele lejos al enemigo,
y danos siempre la paz,
yendo tú delante, como guía,
evitemos todo lo nocivo.

Por ti sepamos del Padre,
y también al hijo conozcamos
y a ti, de ambos el Espíritu,
creamos en todo tiempo.

Amén.