jueves, 5 de abril de 2012

10ª Est. Jesús es despojado de sus vestiduras


V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R. Pues por tu santa Cruz, redimiste al mundo.


Lectura del Evangelio según san Juan 19, 23
Los soldados... tomaron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo.

Jesús está en manos de los soldados. Como todo condenado, es desnudado, para humillarlo, reducirlo a nada. La indiferencia, el desprecio y despreocupación por la dignidad de la persona humana se unen con la glotonería, la codicia y el propio interés: «cogieron su ropa».
Tu manto, Jesús, era sin costuras. Esto demuestra el esmero con que te trataba tu madre y las personas que te seguían.
Ahora te encuentras sin vestidos, Jesús, y experimentas la desazón de los sometidos al capricho de gente que no tiene respeto de la persona humana.
Cuántos han sufrido y sufren por esta falta de respeto por la persona humana, por la propia intimidad. Puede que a veces tampoco nosotros tengamos el respeto debido a la dignidad personal de quien está a nuestro lado, «poseyendo» a quien está a nuestro lado, hijo, marido, esposa, pariente, conocido o desconocido. En nombre de nuestra supuesta libertad herimos la de los demás: cuánto descuido, cuánta dejadez en los comportamientos y en el modo de presentarnos el uno al otro.
Jesús, que se deja mostrar así a los ojos del mundo de entonces y de la humanidad de siempre, nos recuerda la grandeza de la persona humana, la dignidad que Dios ha dado a cada hombre, a cada mujer, y que nada ni nadie debería violar, porque están plasmados a imagen de Dios. A nosotros se nos confía la tarea de promover el respeto de la persona humana y de su cuerpo. En particular a nosotros, los esposos, la tarea de conjugar estas dos realidades fundamentales e inseparables: la dignidad y el don total de sí mismo.

Padre nuestro, ...

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