V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R. Pues por tu santa Cruz, redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio según san Juan 19, 23
Los soldados... tomaron su ropa, haciendo cuatro partes,
una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura,
tejida toda de una pieza de arriba abajo.
Jesús está en manos de los soldados. Como todo condenado, es
desnudado, para humillarlo, reducirlo a nada. La indiferencia, el desprecio y
despreocupación por la dignidad de la persona humana se unen con la glotonería,
la codicia y el propio interés: «cogieron su ropa».
Tu manto, Jesús, era sin costuras. Esto demuestra el esmero
con que te trataba tu madre y las personas que te seguían.
Ahora te encuentras sin vestidos, Jesús, y experimentas la desazón de los
sometidos al capricho de gente que no tiene respeto de la persona humana.
Cuántos han sufrido y sufren por esta falta de respeto por
la persona humana, por la propia intimidad. Puede que a veces tampoco nosotros
tengamos el respeto debido a la dignidad personal de quien está a nuestro lado,
«poseyendo» a quien está a nuestro lado, hijo, marido, esposa, pariente,
conocido o desconocido. En nombre de nuestra supuesta libertad herimos la de
los demás: cuánto descuido, cuánta dejadez en los comportamientos y en el modo
de presentarnos el uno al otro.
Jesús, que se deja mostrar así a los ojos del mundo de
entonces y de la humanidad de siempre, nos recuerda la grandeza de la persona
humana, la dignidad que Dios ha dado a cada hombre, a cada mujer, y que nada ni
nadie debería violar, porque están plasmados a imagen de Dios. A nosotros se
nos confía la tarea de promover el respeto de la persona humana y de su cuerpo.
En particular a nosotros, los esposos, la tarea de conjugar estas dos
realidades fundamentales e inseparables: la dignidad y el don total de sí mismo.
Padre nuestro, ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario